12/07/2015, 22:29
Días anteriores, Ichiro había estado merodeando por el valle del fin, visitándolo simplemente sin ningún motivo en especial.
Cargaba una mochila, ropa ligera, y unos pocos kunais. Caminando por el lugar, cerca del lago, detrás de unos arbustos, casi sin intenciones, el joven shinobi se percató de una cueva, era un tanto pequeña y angosta pero demasiado perfecta para ser construida por un animal. La entrada de la misma estaba cubierta de mo y ramas, la roca humedecida, las paredes escarpadas y el piso de la misma parecía prácticamente jabon.
Al principio no le llamo mucho la atención, podría ser la cueva de algún animal, ya que el diámetro de la misma permitirá cuando mucho, ingresar al recinto a un conejo o algo de similar tamaño. Pero arriba del orificio en la piedra había un símbolo de manos, utilizado muy amenudo en los jutsus (el carnero). Mas tarde después de mucho meditar se decidió a entrar y utilizando el Suika no jutsu se deslizo por la precaria cueva, rocosa y húmeda. Luego de recorrer tres metros logro conseguir llegar al final del conducto. Este llevaba a una especie de habitación, más precaria aun que la misma "entrada".
Parecía semi derrumbada, las arañas junto con el musgo verde prevalecía en la decoración. Pero lo que más le llamo la atención al ninja eran unos manuscritos en la pared tallados a mano sobre la misma piedra, Estos estaban escrito es un idioma que no comprendía, pero tenía dibujos de shinobis, al parecer de alto rango, dominando monstruos.
- Que carajos es esto? Nunca había visto algo así.
Esto dejo un poco desconcertado a Ichiro, que no dudo en copiar las letras y los dibujos de las paredes en pergaminos que tenía guardados en su mochila.
Al terminar, salió rápido de la cueva utilizando la misma técnica y pensando a quien podría preguntarle sobre lo que había visto. En primera instancia idealizo en algún ninja de la aldea, pero quizás se metería en problemas por estar ahí sin permiso. Así que sin titubear se puso como meta el Pais del Fuego y con el rumbo marcado se dirigió al Museo en Taikarune.
Hace unos días atrás, había escuchado a unos comerciantes hablar sobre ese lugar, que era muy rico en conocimiento, en especial sobre armas. El joven se encamino hacia dicho museo intentado despejar las dudas.
Ya en el pueblo, compro un mapa a unos mercaderes e intentando encontrar la edificación tuvo un pequeño percance, tropezó con una pequeña niña de pelo verde, que le hizo tirar el mapa al suelo para no perder el equilibrio y caer
- Mocosa fíjate por donde vas!
Fue lo primero que pudo expresar Ichiro, pero al observar mejor a la niña, esta llevaba una bandana de Uzushio en la frente, el joven también tenia una, pero era de Ame, aunque él la utilizaba escondida debajo de sus ropajes.
-Eh, pero si eres un ninja! O medio ninja o algo así, no te ofendas, pero justo estaba necesitando uno!
Dijo el shinobi, mientras intentaba sonar amable para que la chica de cabello verde le indicara por donde ir al museo.
Cargaba una mochila, ropa ligera, y unos pocos kunais. Caminando por el lugar, cerca del lago, detrás de unos arbustos, casi sin intenciones, el joven shinobi se percató de una cueva, era un tanto pequeña y angosta pero demasiado perfecta para ser construida por un animal. La entrada de la misma estaba cubierta de mo y ramas, la roca humedecida, las paredes escarpadas y el piso de la misma parecía prácticamente jabon.
Al principio no le llamo mucho la atención, podría ser la cueva de algún animal, ya que el diámetro de la misma permitirá cuando mucho, ingresar al recinto a un conejo o algo de similar tamaño. Pero arriba del orificio en la piedra había un símbolo de manos, utilizado muy amenudo en los jutsus (el carnero). Mas tarde después de mucho meditar se decidió a entrar y utilizando el Suika no jutsu se deslizo por la precaria cueva, rocosa y húmeda. Luego de recorrer tres metros logro conseguir llegar al final del conducto. Este llevaba a una especie de habitación, más precaria aun que la misma "entrada".
Parecía semi derrumbada, las arañas junto con el musgo verde prevalecía en la decoración. Pero lo que más le llamo la atención al ninja eran unos manuscritos en la pared tallados a mano sobre la misma piedra, Estos estaban escrito es un idioma que no comprendía, pero tenía dibujos de shinobis, al parecer de alto rango, dominando monstruos.
- Que carajos es esto? Nunca había visto algo así.
Esto dejo un poco desconcertado a Ichiro, que no dudo en copiar las letras y los dibujos de las paredes en pergaminos que tenía guardados en su mochila.
Al terminar, salió rápido de la cueva utilizando la misma técnica y pensando a quien podría preguntarle sobre lo que había visto. En primera instancia idealizo en algún ninja de la aldea, pero quizás se metería en problemas por estar ahí sin permiso. Así que sin titubear se puso como meta el Pais del Fuego y con el rumbo marcado se dirigió al Museo en Taikarune.
Hace unos días atrás, había escuchado a unos comerciantes hablar sobre ese lugar, que era muy rico en conocimiento, en especial sobre armas. El joven se encamino hacia dicho museo intentado despejar las dudas.
Ya en el pueblo, compro un mapa a unos mercaderes e intentando encontrar la edificación tuvo un pequeño percance, tropezó con una pequeña niña de pelo verde, que le hizo tirar el mapa al suelo para no perder el equilibrio y caer
- Mocosa fíjate por donde vas!
Fue lo primero que pudo expresar Ichiro, pero al observar mejor a la niña, esta llevaba una bandana de Uzushio en la frente, el joven también tenia una, pero era de Ame, aunque él la utilizaba escondida debajo de sus ropajes.
-Eh, pero si eres un ninja! O medio ninja o algo así, no te ofendas, pero justo estaba necesitando uno!
Dijo el shinobi, mientras intentaba sonar amable para que la chica de cabello verde le indicara por donde ir al museo.