20/07/2015, 16:52
En el combate, el rubio no se disponía a ceder ante ese chapuzas de genin... si es que de verdad se trataba de un shinobi, pues empezaba a dudar. De no ser porque ya le había sorprendido con simples bunshins, aún no lo habría tomado por su rango siquiera. Al menos sabía defenderse, o correr, o lo que fuese que estaba haciendo...
Cuando el bunshin estalló, el chico pareció ver la oportunidad perfecta para salir de su escondrijo. Caminó hacia el Yotsuki, entre tanto éste se levantó y volvió a tomar su guardia. En escasos segundos, el rubio se enfrentaba a una muchedumbre absurda. El peliblanco volvió a usar esa técnica de clonación que tanto repiten en la escuela, forzando una situación un tanto dantesca. El rubio se limitó a observar, manteniendo bien firme su guardia. En un momento dado, observó como la pareja se escabullía hacia el interior de la casa, evitando las cercanías con el par de gamberros. Por gamberros se entendía a éstos genins que la estaba armando de lo lindo.
El peliblanco y sus clones se entremezclaron, y entre numerosos zigzag, comenzaron a correr alrededor del rubio. Comenzaron a acechar al Yotsuki como si de tiburones a su presa en el océano, dando vueltas a éste, avisando del inminente peligro. Zukamane sin embargo no mostró ápice de miedo, ni de risa, ni de nada. Permanecía impasible, manteniendo la guardia y calmando su respiración en lentas bocanadas de aire.
"Bueno Zuka... por una vez en tu vida, céntrate. Éste chico solo está usando trucos baratos, trucos para atacar cuando tu guardia está baja. Tienes que adelantarte un par de movimientos, pues él está esperando una reacción agresiva y casi sin meditar. Seguramente esperas que ataques a alguno, y de entre la muchedumbre él atacarte por la espalda o el flanco. Él es así. Pues ahora deberías hacerle probar su propia medicina..."
El rubio dejó de ejercer presión en sus puños, liberando ambas manos. Sus guantes mostraron las palmas de las manos, no literalmente. El chico quedó en una guardia como la previa, pero con las manos abiertas hacia sus enemigos. Inspiró tan fuerte que casi se hizo audible, y tras escasos segundos dejó escapar el aire de manera relajada y extensa. Sus ojos no dejaban de buscar entre peliblanco y peliblanco, mientras que sus oídos no dejaban escapar un solo sonido. Sin venir a cuento, cerró un ojo.
"Ya sabes quién es... ya tienes la estrategia... ahora, ataca!!"
Sin preámbulos, el Yotsuki se lanzó directo hacia uno de los chicos. La victima en sí estaba algo mas adelante del auténtico, el cual había localizado gracias a varios factores. Era el único que hacía ruido al pisar el terreno, el único que movía las pocas hierbas... cosas que cualquier genin llega a aprender sobre esa técnica tan sencilla.
Se lanzó directo mientras contemplaba que el chico le fuese a atacar o algún similar. Mas antes de legar a golpear al clon, el rubio cambiaría drásticamente su trayectoria, dirigiéndose hacia el peliblanco en una confrontación directa. Su puño, concretamente su antebrazo, se dirigiría de nuevo hacia el pecho del individuo como escasos minutos antes. El lariat iba directo a su pecho, sin miramiento alguno. Lo iba a tumbar, costase lo que le costase.
Con un poco de suerte, y esa finta posiblemente inesperada, tenía en mente golpear al peliblanco contundentemente. Además, tenía un as bajo la manga para sus trucos. Pocas cosas le podían fallar, tan solo esperaba saborear el intenso aroma de la victoria. Fuere como fuere, su acometida no quedaría quieta, pasaría en la carrera unos metros a su oponente, por si las moscas. Una vez se separase, elevaría de nuevo la guardia.
Cuando el bunshin estalló, el chico pareció ver la oportunidad perfecta para salir de su escondrijo. Caminó hacia el Yotsuki, entre tanto éste se levantó y volvió a tomar su guardia. En escasos segundos, el rubio se enfrentaba a una muchedumbre absurda. El peliblanco volvió a usar esa técnica de clonación que tanto repiten en la escuela, forzando una situación un tanto dantesca. El rubio se limitó a observar, manteniendo bien firme su guardia. En un momento dado, observó como la pareja se escabullía hacia el interior de la casa, evitando las cercanías con el par de gamberros. Por gamberros se entendía a éstos genins que la estaba armando de lo lindo.
El peliblanco y sus clones se entremezclaron, y entre numerosos zigzag, comenzaron a correr alrededor del rubio. Comenzaron a acechar al Yotsuki como si de tiburones a su presa en el océano, dando vueltas a éste, avisando del inminente peligro. Zukamane sin embargo no mostró ápice de miedo, ni de risa, ni de nada. Permanecía impasible, manteniendo la guardia y calmando su respiración en lentas bocanadas de aire.
"Bueno Zuka... por una vez en tu vida, céntrate. Éste chico solo está usando trucos baratos, trucos para atacar cuando tu guardia está baja. Tienes que adelantarte un par de movimientos, pues él está esperando una reacción agresiva y casi sin meditar. Seguramente esperas que ataques a alguno, y de entre la muchedumbre él atacarte por la espalda o el flanco. Él es así. Pues ahora deberías hacerle probar su propia medicina..."
El rubio dejó de ejercer presión en sus puños, liberando ambas manos. Sus guantes mostraron las palmas de las manos, no literalmente. El chico quedó en una guardia como la previa, pero con las manos abiertas hacia sus enemigos. Inspiró tan fuerte que casi se hizo audible, y tras escasos segundos dejó escapar el aire de manera relajada y extensa. Sus ojos no dejaban de buscar entre peliblanco y peliblanco, mientras que sus oídos no dejaban escapar un solo sonido. Sin venir a cuento, cerró un ojo.
"Ya sabes quién es... ya tienes la estrategia... ahora, ataca!!"
Sin preámbulos, el Yotsuki se lanzó directo hacia uno de los chicos. La victima en sí estaba algo mas adelante del auténtico, el cual había localizado gracias a varios factores. Era el único que hacía ruido al pisar el terreno, el único que movía las pocas hierbas... cosas que cualquier genin llega a aprender sobre esa técnica tan sencilla.
Se lanzó directo mientras contemplaba que el chico le fuese a atacar o algún similar. Mas antes de legar a golpear al clon, el rubio cambiaría drásticamente su trayectoria, dirigiéndose hacia el peliblanco en una confrontación directa. Su puño, concretamente su antebrazo, se dirigiría de nuevo hacia el pecho del individuo como escasos minutos antes. El lariat iba directo a su pecho, sin miramiento alguno. Lo iba a tumbar, costase lo que le costase.
Con un poco de suerte, y esa finta posiblemente inesperada, tenía en mente golpear al peliblanco contundentemente. Además, tenía un as bajo la manga para sus trucos. Pocas cosas le podían fallar, tan solo esperaba saborear el intenso aroma de la victoria. Fuere como fuere, su acometida no quedaría quieta, pasaría en la carrera unos metros a su oponente, por si las moscas. Una vez se separase, elevaría de nuevo la guardia.