16/09/2017, 03:06
—Y ahí vaaamos de nuevo...— Se llevó la palma a la cara y luego se estiró. —Oh, claro, claro. Lo que siempre repiten en cada academia, o bueno, no sé cómo serán realmente las cosas en Uzushiogakure, pero al menos en Amegakure nos tratan de meter esas ideas a martillazos dentro de la cabeza—. La mano de hierro de Yui era algo indiscutible.
—Pero, vamos a verlo desde otra perspectiva. Nacer en una aldea oculta, ser el único hijo que queda de la familia para convertirse en un shinobi, tener un talento especial y por ende decir que se debe aprovechar al máximo. Graduarse, ser leal a la aldea, esforzarse por cumplir y listo, la vida hecha—. Hablaba de su propia vida. Desde que su hermana quedó inválida, el continuar el trabajo de ninja fue su responsabilidad, además que era más o menos consciente de que era frecuente entre la ascendencia de su padre que los de su linaje poseyeran reservas de chakra superiores al promedio. Cumplía también con el paso de graduarse, pero no le acababa de convencer del todo la idea de concretar aquel plan para toda su existencia.
—No se tú, pero yo me pongo a pensar. ¿Es un sueño propio o el sueño de los demás?— Sabía a la perfección que no tenía más salida que seguir obedeciendo órdenes, pero eso no le impedía del todo pensar en otras posibilidades. —Es algo mecánico, artificial. ¿Qué es entonces? ¿Qué pasaría si hubiese nacido en cualquier otro lado? La vida que los demás quieren que viva, aunque yo no quiera, pero no hay camino, no dan a elegir. Te dan una meta, una promesa, ¿a cambio de qué?, ¿realización personal?— Se mostraba muy molesto. —Ah, pero cómo es tan normal en este mundo, pues a aguantarse, ¿no? Si mueres, pues gajes del oficio, fue un héroe y lo recordaremos de una manera bonita... Bendito asco.— Y ese día, Kagetsuna descubrió que en realidad le molestaba el trabajo que le dieron.
—Pero, vamos a verlo desde otra perspectiva. Nacer en una aldea oculta, ser el único hijo que queda de la familia para convertirse en un shinobi, tener un talento especial y por ende decir que se debe aprovechar al máximo. Graduarse, ser leal a la aldea, esforzarse por cumplir y listo, la vida hecha—. Hablaba de su propia vida. Desde que su hermana quedó inválida, el continuar el trabajo de ninja fue su responsabilidad, además que era más o menos consciente de que era frecuente entre la ascendencia de su padre que los de su linaje poseyeran reservas de chakra superiores al promedio. Cumplía también con el paso de graduarse, pero no le acababa de convencer del todo la idea de concretar aquel plan para toda su existencia.
—No se tú, pero yo me pongo a pensar. ¿Es un sueño propio o el sueño de los demás?— Sabía a la perfección que no tenía más salida que seguir obedeciendo órdenes, pero eso no le impedía del todo pensar en otras posibilidades. —Es algo mecánico, artificial. ¿Qué es entonces? ¿Qué pasaría si hubiese nacido en cualquier otro lado? La vida que los demás quieren que viva, aunque yo no quiera, pero no hay camino, no dan a elegir. Te dan una meta, una promesa, ¿a cambio de qué?, ¿realización personal?— Se mostraba muy molesto. —Ah, pero cómo es tan normal en este mundo, pues a aguantarse, ¿no? Si mueres, pues gajes del oficio, fue un héroe y lo recordaremos de una manera bonita... Bendito asco.— Y ese día, Kagetsuna descubrió que en realidad le molestaba el trabajo que le dieron.