21/09/2017, 02:22
Luego de recibir aquella afirmativa, el hombre pareció muy feliz y se dirigió al interior del establecimiento para probablemente, ponerse manos a la obra con la orden de la Kageyama que muy alegremente se puso a tararear ignorando completamente su entorno.
No se dio por enterada del comentario del hombre, tampoco de la respuesta de Yota, estaba tan sumida en su mundo que cualquiera podría pensar que solo el de Kusagakure estaba apenado de aquello mientras que a la fémina no le importaba que la llamasen pareja del chico. Aunque daba igual, tendría comida y a montones para engordar felizmente.
—Vamos —respondió enérgica siguiéndole.
Las vistas que pudiera tener del entorno le eran indiferentes, también las miradas de los demás clientes. «Dulces hechos a mano »pensaba la rubia mientras se le hacía agua la boca y hacía un esfuerzo sobrehumano por evitar que se le escapase la saliva de la boca.
Pero el Yotsuki rápidamente se las ingenió para sacarla de trance. Una pregunta un tanto estúpida si vamos al caso, para la cual Koko se arremangó el brazo izquierdo y lo estiró luego para que el contrario pudiera verlo claramente.
—¿Te parezco falta de comida?
Le preguntó con mirada inocente mientras se pellizcaba la carne del brazo extendido, dejando en evidencia el excedente de grasa que tenía en aquella extremidad.
No se dio por enterada del comentario del hombre, tampoco de la respuesta de Yota, estaba tan sumida en su mundo que cualquiera podría pensar que solo el de Kusagakure estaba apenado de aquello mientras que a la fémina no le importaba que la llamasen pareja del chico. Aunque daba igual, tendría comida y a montones para engordar felizmente.
—Vamos —respondió enérgica siguiéndole.
Las vistas que pudiera tener del entorno le eran indiferentes, también las miradas de los demás clientes. «Dulces hechos a mano »pensaba la rubia mientras se le hacía agua la boca y hacía un esfuerzo sobrehumano por evitar que se le escapase la saliva de la boca.
Pero el Yotsuki rápidamente se las ingenió para sacarla de trance. Una pregunta un tanto estúpida si vamos al caso, para la cual Koko se arremangó el brazo izquierdo y lo estiró luego para que el contrario pudiera verlo claramente.
—¿Te parezco falta de comida?
Le preguntó con mirada inocente mientras se pellizcaba la carne del brazo extendido, dejando en evidencia el excedente de grasa que tenía en aquella extremidad.