30/09/2017, 18:23
Nuestro intrepido genin por poco se despeña acantilado abajo cuando un monstruoso canino le preguntó la hora en idioma perruno, sin embargo, consiguió recomponerse y mantenerse en tierra firme. Tras lo cual, siguió corriendo.
Como era más que probable, el camino no se volvió más estrecho sino que se fue ensanchando hasta alcanzar el mismo tamaño que tenía antes. Seguramente en unos años ese camino ya fuese inexistente si Kusagakure seguía creciendo, pero ese era otro tema. Volviendo a Juro, que corrió y corrió y en cuestion de minutos llegó al puente que conectaba los dos lados del acantilado.
¿Cuanto llevaba? Ni idea, pero el puente era una toma de control, cuando volviese a pasar por él llevaría una vuelta y algo y así hasta la numero cien.
No se sentía cansado, al contrario, se sentía bien, esa pre-vuelta le había servido para entrar en calor. Ahora su cuerpo estaba preparado para el desafio que no acababa sino de empezar. Con ese sentimiento rejuvenecedor que le brindaba la naturaleza al hacer ejercicio podría subir un poco el ritmo sin problema, desde las yemas de los dedos hasta la planta de los pies se sentía vivo, rebosante de energía para darlo todo.
Como era más que probable, el camino no se volvió más estrecho sino que se fue ensanchando hasta alcanzar el mismo tamaño que tenía antes. Seguramente en unos años ese camino ya fuese inexistente si Kusagakure seguía creciendo, pero ese era otro tema. Volviendo a Juro, que corrió y corrió y en cuestion de minutos llegó al puente que conectaba los dos lados del acantilado.
¿Cuanto llevaba? Ni idea, pero el puente era una toma de control, cuando volviese a pasar por él llevaría una vuelta y algo y así hasta la numero cien.
No se sentía cansado, al contrario, se sentía bien, esa pre-vuelta le había servido para entrar en calor. Ahora su cuerpo estaba preparado para el desafio que no acababa sino de empezar. Con ese sentimiento rejuvenecedor que le brindaba la naturaleza al hacer ejercicio podría subir un poco el ritmo sin problema, desde las yemas de los dedos hasta la planta de los pies se sentía vivo, rebosante de energía para darlo todo.