15/10/2017, 08:07
La técnica había dado de lleno, aunque el contrario se las había arreglado para interponer su antebrazo lo cual no fue suficiente para detener el ataque.
Fue así como el chico salió volando unos metros hundiéndose hasta cierto punto dentro de la arena. Aun así, la Kageyama seguía enfadada, casi como si estuviese a punto de escupir fuego por la boca a pesar de no tener los conocimientos en ninjutsu.
Rápidamente, al ver que su oponente había recibido el golpe, la Kageyama corrió hasta la nueva ubicación ajena y se ubicó por encima de él, apresándole bajo el peso de su propio peso, aunque si bien tuvo la oportunidad de golpear, prefirió mirarle con desprecio por un momento.
—No vuelvas a joder con eso, ¿entendido? —le espetó amenazante.
Acto seguido, dejó caer su trasero sobre el vientre de Datsue con algo de fuerza, con eso debería de poder quitarle el aire que pudiera habérsele quedado en los pulmones y si aquello no era suficiente, con la mano sana comenzaría a darle un masaje en el cuello. «Hasta que no se tranquilice no va a poder respirar... »Pensaba la rubia aún molesta.
—Tranquilizate, que aún me falta mucho entrenamiento como para poder romperte el cuello así —le decía a regañadientes sin cesar sus intentos por relajarle.
Fue así como el chico salió volando unos metros hundiéndose hasta cierto punto dentro de la arena. Aun así, la Kageyama seguía enfadada, casi como si estuviese a punto de escupir fuego por la boca a pesar de no tener los conocimientos en ninjutsu.
Rápidamente, al ver que su oponente había recibido el golpe, la Kageyama corrió hasta la nueva ubicación ajena y se ubicó por encima de él, apresándole bajo el peso de su propio peso, aunque si bien tuvo la oportunidad de golpear, prefirió mirarle con desprecio por un momento.
—No vuelvas a joder con eso, ¿entendido? —le espetó amenazante.
Acto seguido, dejó caer su trasero sobre el vientre de Datsue con algo de fuerza, con eso debería de poder quitarle el aire que pudiera habérsele quedado en los pulmones y si aquello no era suficiente, con la mano sana comenzaría a darle un masaje en el cuello. «Hasta que no se tranquilice no va a poder respirar... »Pensaba la rubia aún molesta.
—Tranquilizate, que aún me falta mucho entrenamiento como para poder romperte el cuello así —le decía a regañadientes sin cesar sus intentos por relajarle.