16/10/2017, 04:07
Ese ínfimo instante en que la mueca de la kunoichi se deformó fue suficiente para que el shinobi que se hallaba justo delante suya sacara un buen par de conclusiones, aunque todas fueron formuladas en su cabeza por lo que la chica nunca se dio por enterada de que la compararon con varios demonios de distintas formas y tamaños.
—¿Hablas de honor? —le dijo permitiendo que su rostro adquiriese una mueca algo más tétrica—. ¿Justo aquél que me pidió que le consiga algo ilegal? —concluyó para que justo después un relámpago la iluminase una vez más acrecentando lo atemorizante que podía verse aquella joven.
Realmente le importaba poco lo que Uchiha Datsue pudiese pensar de ella, después de todo había tenido varios problemas con él, incluyendo también el asunto de su hermana y para qué nombrar la dichosa revista… Si ese chico había sido de todo salvo un buen compañero.
—Venga, tómala y dejo de molestar —le espetó, moviendo de forma algo brusca el brazo para indicarle que debía de tomar el bendito paquete de una vez por todas.
Pero justo en ese preciso instante, Noemi llegó, siendo cargada a caballito por su hermano mayor, Hideo, lo que le aseguraba una visión perfecta desde la altura ya que su montura no era ni más ni menos que un hombretón sumamente musculoso y con más de dos metros de altura. Era en otras palabras imponente, mientras que la Sakamoto viajaba cómodamente a la espalda del mastodonte.
—No sabía que él era tu vecino —dijo la chica con una mueca de desprecio.
La Sakamoto ese día iba vestida con un kimono, bastante elegante si vamos al caso pero la parte del pecho iba bastante abierta, dejando ver el envidiable busto de la fémina sin mencionar que el obi se encargaba de ajustar la prenda para que marcase perfectamente las exuberantes curvas de su portadora.
—Ajá… ¿Y entonces? —dijo el grandulón sin comprender absolutamente nada de lo que ocurría.
Este iba vestido con un yukata bastante sencillo, pero con gasas que le envolvían buena parte del torso. La prenda era completamente negra con bordes blancos y ya, no había mucho que remarcar en él salvo que compartía ciertos rasgos con el resto del clan como los cabellos rubios y ojos claros, en su caso eran celestes. Aunque él a diferencia de casi todos los demás en el clan, parecía más bien un guardaespaldas que un príncipe ya que tenía el cabello bien rapado y su rostro parecía el de un hombre bastante duro en comparación con algunos de sus hermanos.
Koko ni siquiera supo si era necesario voltearse, solo quería que el Uchiha delante suyo tomase la bolsa y cerrase para poder retirarse a su departamento junto a sus hermanos.
—¿Hablas de honor? —le dijo permitiendo que su rostro adquiriese una mueca algo más tétrica—. ¿Justo aquél que me pidió que le consiga algo ilegal? —concluyó para que justo después un relámpago la iluminase una vez más acrecentando lo atemorizante que podía verse aquella joven.
Realmente le importaba poco lo que Uchiha Datsue pudiese pensar de ella, después de todo había tenido varios problemas con él, incluyendo también el asunto de su hermana y para qué nombrar la dichosa revista… Si ese chico había sido de todo salvo un buen compañero.
—Venga, tómala y dejo de molestar —le espetó, moviendo de forma algo brusca el brazo para indicarle que debía de tomar el bendito paquete de una vez por todas.
Pero justo en ese preciso instante, Noemi llegó, siendo cargada a caballito por su hermano mayor, Hideo, lo que le aseguraba una visión perfecta desde la altura ya que su montura no era ni más ni menos que un hombretón sumamente musculoso y con más de dos metros de altura. Era en otras palabras imponente, mientras que la Sakamoto viajaba cómodamente a la espalda del mastodonte.
—No sabía que él era tu vecino —dijo la chica con una mueca de desprecio.
La Sakamoto ese día iba vestida con un kimono, bastante elegante si vamos al caso pero la parte del pecho iba bastante abierta, dejando ver el envidiable busto de la fémina sin mencionar que el obi se encargaba de ajustar la prenda para que marcase perfectamente las exuberantes curvas de su portadora.
—Ajá… ¿Y entonces? —dijo el grandulón sin comprender absolutamente nada de lo que ocurría.
Este iba vestido con un yukata bastante sencillo, pero con gasas que le envolvían buena parte del torso. La prenda era completamente negra con bordes blancos y ya, no había mucho que remarcar en él salvo que compartía ciertos rasgos con el resto del clan como los cabellos rubios y ojos claros, en su caso eran celestes. Aunque él a diferencia de casi todos los demás en el clan, parecía más bien un guardaespaldas que un príncipe ya que tenía el cabello bien rapado y su rostro parecía el de un hombre bastante duro en comparación con algunos de sus hermanos.
Koko ni siquiera supo si era necesario voltearse, solo quería que el Uchiha delante suyo tomase la bolsa y cerrase para poder retirarse a su departamento junto a sus hermanos.