16/10/2017, 23:26
Las dos rubias tan pronto se sentaron comenzaron a limpiarse la crema batida con una toalla que había tirada sobre el colchón, aunque las dos estaban haciendo lo mismo con la misma toalla y en el mismo momento. Así que los roces fueron inevitables. Aquello era una simple costumbre que no lograban quitarse a pesar de los años y de que llevasen su tiempo separadas, ni siquiera la pérdida de dos extremidades de Noemi las había afectado en esas situaciones.
—¡Bien! Ahora que estamos todos, vamos a resolver los problemas que tan mal les tienen —dijo como buen anfitrión, cruzado de brazos, también desplazó una de sus piernas por encima de otra quedando esta completamente horizontal y con una expresión de absoluta seguridad en el rostro—. Recuerden, nada de insultos ni similares.
—¿Qué sacamos con esto? —Refunfuñó la pecosa, nada convencida de aquello, pero solo una mirada fulminante de su hermano bastó para modificarle la mueca de molestia por la de una niña asustada.
—Primero, a juzgar por lo que Datsue me ha dicho, ustedes dos saben algo que nadie más en el clan sabe incluyéndome a mí. Y probablemente eso sea la raíz de todos los problemas —dijo el jounin, muy seguro de que si resolvían aquella situación lograría solucionarlo todo.
Noemi en ese preciso instante desvió la mirada hasta el Uchiha, al cual quería fulminar con la mirada.
—¿¡Le dijiste!? —exclamó claramente fastidiada.
Pero el mastodonte con solo aclararse la garganta logró silenciar a la enfurecida kunoichi y ponerla en un estado similar al de su hermana.
—Datsue me ha dicho lo que ocurrió esa noche en que tú —miró fijamente a Noemi—. Desapareciste sin avisar nada a nadie. En su versión, él te ayudó en tu peor momento y hasta te prestó ropa para que no estuvieses apestando a vómito el resto de la noche. Te cargó por toda la aldea hasta llegar a su casa, imagino el departamento de aquí al lado, y finalmente terminaron durmiendo juntos. Sin más, nada como lo que ya tú haces por ahí Koko.
—¿Hacía falta? —Preguntó con cierto rubor en el rostro.
—Sí —respondió jodidamente serio.
—Bien… —No iba a discutirle.
—Entonces, en su versión, el problema radica en que Noemi le acusó de aprovecharse de su borrachera, al pobre de Datsue que había pensado en su compañera de oficio y le ofreció un techo en el que cobijarse de la abominable lluvia que azotaba en ese momento a la aldea —curiosamente, cuando Hideo dijo aquello adornándolo como seguramente el chico a su lado hubiese querido, un relámpago hizo que la lámpara del techo se apagase por un segundo—. Mira que bonito efecto —afirmó alegremente.
—Como sea, quiero tu versión Noemi, sin adornitos ni basuras así.
La de ojos verdes chasqueó la lengua. Iba a tener que contarle de aquella horrenda noche a su propio hermano, en quien confiaba sí, pero veía más bien como a una figura paternal que como a un hermano. Y es sabido que no es lo mismo hablar con un hermano que con un padre acerca de borracheras y situaciones algo más íntimas.
—Es verdad, me emborraché y estaba tan mal que no sé nada de lo que pasó hasta el día siguiente. Cualquier cosa podría haber pasado y ni enterada, pero sé que cuando me desperté, lo primero que vi fue a Datsue a mi lado y yo solo tenía una playera suya, nada más —afirmó fastidiada y haciendo especial énfasis en aquellas últimas dos palabras—. No quise sacar conclusiones apresuradas así que esperé, en cuanto Datsue despertó quise hablar con él, averiguar lo que había pasado y según me dijo, no le dejé dormir en toda la noche, que le hice cosas que nunca nadie le había hecho. Luego se me antojó ir al baño, donde me encontré mi yukata húmedo, cubierto de barro, vómito y con la falda desgarrada hasta la altura del ombligo, por si fuera poco también había un pantalón suyo tirado por ahí.
Y con eso podría dar por concluida su versión, a su parecer no se olvidaba nada salvo algunos detalles que habían dado directamente a su autoestima, como el susto que Datsue se llevó al verla a ella a su lado.
De paso, con la versión de Noemi, Hideo se había conseguido algunos detalles que el Uchiha ni había mencionado, detalles de importancia que pronto lo hicieron voltearse para mirar al chico a su lado en busca de una respuesta.
—¿Y bien? ¿Qué respondes a eso? —le dijo esperando una respuesta clara, sin levantar la voz ni similares o le fulminaría con la mirada como a las otras dos en su momento.
—¡Bien! Ahora que estamos todos, vamos a resolver los problemas que tan mal les tienen —dijo como buen anfitrión, cruzado de brazos, también desplazó una de sus piernas por encima de otra quedando esta completamente horizontal y con una expresión de absoluta seguridad en el rostro—. Recuerden, nada de insultos ni similares.
—¿Qué sacamos con esto? —Refunfuñó la pecosa, nada convencida de aquello, pero solo una mirada fulminante de su hermano bastó para modificarle la mueca de molestia por la de una niña asustada.
—Primero, a juzgar por lo que Datsue me ha dicho, ustedes dos saben algo que nadie más en el clan sabe incluyéndome a mí. Y probablemente eso sea la raíz de todos los problemas —dijo el jounin, muy seguro de que si resolvían aquella situación lograría solucionarlo todo.
Noemi en ese preciso instante desvió la mirada hasta el Uchiha, al cual quería fulminar con la mirada.
—¿¡Le dijiste!? —exclamó claramente fastidiada.
Pero el mastodonte con solo aclararse la garganta logró silenciar a la enfurecida kunoichi y ponerla en un estado similar al de su hermana.
—Datsue me ha dicho lo que ocurrió esa noche en que tú —miró fijamente a Noemi—. Desapareciste sin avisar nada a nadie. En su versión, él te ayudó en tu peor momento y hasta te prestó ropa para que no estuvieses apestando a vómito el resto de la noche. Te cargó por toda la aldea hasta llegar a su casa, imagino el departamento de aquí al lado, y finalmente terminaron durmiendo juntos. Sin más, nada como lo que ya tú haces por ahí Koko.
—¿Hacía falta? —Preguntó con cierto rubor en el rostro.
—Sí —respondió jodidamente serio.
—Bien… —No iba a discutirle.
—Entonces, en su versión, el problema radica en que Noemi le acusó de aprovecharse de su borrachera, al pobre de Datsue que había pensado en su compañera de oficio y le ofreció un techo en el que cobijarse de la abominable lluvia que azotaba en ese momento a la aldea —curiosamente, cuando Hideo dijo aquello adornándolo como seguramente el chico a su lado hubiese querido, un relámpago hizo que la lámpara del techo se apagase por un segundo—. Mira que bonito efecto —afirmó alegremente.
—Como sea, quiero tu versión Noemi, sin adornitos ni basuras así.
La de ojos verdes chasqueó la lengua. Iba a tener que contarle de aquella horrenda noche a su propio hermano, en quien confiaba sí, pero veía más bien como a una figura paternal que como a un hermano. Y es sabido que no es lo mismo hablar con un hermano que con un padre acerca de borracheras y situaciones algo más íntimas.
—Es verdad, me emborraché y estaba tan mal que no sé nada de lo que pasó hasta el día siguiente. Cualquier cosa podría haber pasado y ni enterada, pero sé que cuando me desperté, lo primero que vi fue a Datsue a mi lado y yo solo tenía una playera suya, nada más —afirmó fastidiada y haciendo especial énfasis en aquellas últimas dos palabras—. No quise sacar conclusiones apresuradas así que esperé, en cuanto Datsue despertó quise hablar con él, averiguar lo que había pasado y según me dijo, no le dejé dormir en toda la noche, que le hice cosas que nunca nadie le había hecho. Luego se me antojó ir al baño, donde me encontré mi yukata húmedo, cubierto de barro, vómito y con la falda desgarrada hasta la altura del ombligo, por si fuera poco también había un pantalón suyo tirado por ahí.
Y con eso podría dar por concluida su versión, a su parecer no se olvidaba nada salvo algunos detalles que habían dado directamente a su autoestima, como el susto que Datsue se llevó al verla a ella a su lado.
De paso, con la versión de Noemi, Hideo se había conseguido algunos detalles que el Uchiha ni había mencionado, detalles de importancia que pronto lo hicieron voltearse para mirar al chico a su lado en busca de una respuesta.
—¿Y bien? ¿Qué respondes a eso? —le dijo esperando una respuesta clara, sin levantar la voz ni similares o le fulminaría con la mirada como a las otras dos en su momento.