18/10/2017, 20:18
Cuál sería la sorpresa de Akame al darse cuenta de que, en su enajenamiento, sus pasos le habían llevado hasta la residencia de los Sakamoto... Donde, obviamente, no estaba Koko. O no debía estar. «Claro, joder, ¿cómo he podido ser tan idiota?» Por un momento le invadió la impaciencia y quiso salir corriendo en dirección contraria, hacia la zona de apartamentos donde vivía su amada.
Pero algo se lo impidió. O, más bien, alguien. Era una mujer que había pasado ya la veintena, con atuendo ninja, muchas espadas y un chaleco de chuunin. «Supongo que debe ser alguna de las hermanas de Koko...» Antes de que el Uchiha pudiera pensar en alguna excusa lo bastante delicada como para irse de allí, la otra le agarró, reconociéndole al instante.
—Pues verá, eh, yo... —masculló.
«¿¡Y ahora qué demonios hago!?»
No había escapatoria. Pese a que él, en ese momento, era uno de los jinchuurikis de Uzushiogakure y uno de los Hermanos del Desierto, los Asesinos de Zoku, los Héroes de Uzu... Ninguno de esos títulos, ni cualquier otro que se pudiera inventar, iban a servirle para nada. «Pues no me siento como un maldito héroe...»
Abatido, agachó la cabeza y siguió a la mujer.
—Sí, chuunin-dono. Pero por favor, que sea rápido. Tengo asuntos pendientes —terminó por decir.
Pero algo se lo impidió. O, más bien, alguien. Era una mujer que había pasado ya la veintena, con atuendo ninja, muchas espadas y un chaleco de chuunin. «Supongo que debe ser alguna de las hermanas de Koko...» Antes de que el Uchiha pudiera pensar en alguna excusa lo bastante delicada como para irse de allí, la otra le agarró, reconociéndole al instante.
—Pues verá, eh, yo... —masculló.
«¿¡Y ahora qué demonios hago!?»
No había escapatoria. Pese a que él, en ese momento, era uno de los jinchuurikis de Uzushiogakure y uno de los Hermanos del Desierto, los Asesinos de Zoku, los Héroes de Uzu... Ninguno de esos títulos, ni cualquier otro que se pudiera inventar, iban a servirle para nada. «Pues no me siento como un maldito héroe...»
Abatido, agachó la cabeza y siguió a la mujer.
—Sí, chuunin-dono. Pero por favor, que sea rápido. Tengo asuntos pendientes —terminó por decir.