19/10/2017, 01:17
Antes de comenzar la marcha, la mujer miró en todas direcciones posibles para asegurarse de que ninguna figura sospechosa se les acercaría mientras guiaba al Uchiha al interior de la residencia. Al no vislumbrar a nadie, comenzó a caminar rodeando los bastos jardines ahora repletos de cenizas y madera quemada.
—Será un momento, quiere expresarte la gratitud de todo el clan por haberte encargado de Zoku y también, probablemente, te diga algo más —le decía la mujer que a pesar de estar con la guardia en alto, seguía caminando con suma elegancia—. Por cierto, ¿viniste buscando a Koko? ¿La de ojos bicolor y pecas? —preguntó sin parar la marcha.
Al cabo de unos minutos llegarían a una de las puertas laterales de la residencia, donde había un par de fortachones, rubios y de ojos claros, armados con Ōnaginatas. Cualquiera entendería que aquellos dos personajes estaban ejerciendo el papel de guardias aunque al estar Akame acompañado de aquella fémina le permitieron el ingreso sin siquiera dirigirle la mirada.
El interior de la vivienda estaba algo deteriorado, el fuego había llegado también a los pasillos externos pero había varias personas yendo y viniendo de un lado a otro, en mayoría ataviados con un conjunto de meseros y criadas. Ni bien veían al chico que acompañaba a la peli-celeste le clavaban la mirada con sumo interés, pero ninguno le dirigió la palabra.
—Créeme que valdrá la pena —afirmó la mujer con una media sonrisa.
—Será un momento, quiere expresarte la gratitud de todo el clan por haberte encargado de Zoku y también, probablemente, te diga algo más —le decía la mujer que a pesar de estar con la guardia en alto, seguía caminando con suma elegancia—. Por cierto, ¿viniste buscando a Koko? ¿La de ojos bicolor y pecas? —preguntó sin parar la marcha.
Al cabo de unos minutos llegarían a una de las puertas laterales de la residencia, donde había un par de fortachones, rubios y de ojos claros, armados con Ōnaginatas. Cualquiera entendería que aquellos dos personajes estaban ejerciendo el papel de guardias aunque al estar Akame acompañado de aquella fémina le permitieron el ingreso sin siquiera dirigirle la mirada.
El interior de la vivienda estaba algo deteriorado, el fuego había llegado también a los pasillos externos pero había varias personas yendo y viniendo de un lado a otro, en mayoría ataviados con un conjunto de meseros y criadas. Ni bien veían al chico que acompañaba a la peli-celeste le clavaban la mirada con sumo interés, pero ninguno le dirigió la palabra.
—Créeme que valdrá la pena —afirmó la mujer con una media sonrisa.