19/10/2017, 05:30
Ah pero Datsue la ignoró completamente a la pobre rubia que tenía que irse a saltos. Tan lenta era que incluso le pudo pasar por al lado hasta la habitación y allí dijo lo que sentía, que sobraba en aquel departamento y seguramente la Sakamoto le habría dado la razón, aunque no tan así la Kageyama que había dejado un tazón impecablemente limpio a un lado de la cama.
Se las había ingeniado para comer toda la fruta sin necesidad de una cuchara e incluso si le quitaban las sábanas de encima la verían impecable, sin rastros de comida.
Pero la saltarina fémina una vez más perdió el equilibrio, se tambaleó, lanzó manotazos a todas partes y finalmente cayó encima del Uchiha que se encontraba dándole la espalda. Y como el chico tampoco estaba prestando atención, probablemente porque no se esperaría jamás que la orgullosa Sakamoto se le caería con todo su peso encima, cayó al suelo.
Esta vez la rubia no se quedó en evidencias ni nada similar, simplemente cayó sobre la espalda de Datsue, aplastándole sus pechos en la espalda y golpeándose de paso la nariz contra la nuca ajena. Por obvios motivos, el cabello de la chica terminó a cada lado de la cabeza del shinobi, permitiéndole sentir la dulce fragancia que desprendía de aquella suave y muy sedosa cabellera.
—Joder… —se quejó intentando levantarse aunque le costaría un horror sin ayuda y Koko no pareció enterarse de nada.
Se las había ingeniado para comer toda la fruta sin necesidad de una cuchara e incluso si le quitaban las sábanas de encima la verían impecable, sin rastros de comida.
Pero la saltarina fémina una vez más perdió el equilibrio, se tambaleó, lanzó manotazos a todas partes y finalmente cayó encima del Uchiha que se encontraba dándole la espalda. Y como el chico tampoco estaba prestando atención, probablemente porque no se esperaría jamás que la orgullosa Sakamoto se le caería con todo su peso encima, cayó al suelo.
Esta vez la rubia no se quedó en evidencias ni nada similar, simplemente cayó sobre la espalda de Datsue, aplastándole sus pechos en la espalda y golpeándose de paso la nariz contra la nuca ajena. Por obvios motivos, el cabello de la chica terminó a cada lado de la cabeza del shinobi, permitiéndole sentir la dulce fragancia que desprendía de aquella suave y muy sedosa cabellera.
—Joder… —se quejó intentando levantarse aunque le costaría un horror sin ayuda y Koko no pareció enterarse de nada.