21/10/2017, 01:18
Cuatro horas más tarde…
El pecho de Datsue subía y bajaba, de forma lenta, con cada respiración. Jugaba con un dedo con un mechón suelto de Noemi, que recostada sobre él, dormía apoyando la cabeza sobre su hombro. Era increíble lo mucho que se parecía aquella situación con la de meses atrás. Era casi idéntica. Ella, abrazándose a él, dormida. Él, dejándose abrazar, despierto. En ambas noches se oía el repiqueteo de la lluvia sobre el cristal de la ventana. En ambas noches, una luz iluminaba la habitación de cuando en cuando seguida del retumbar de un trueno. En ambas noches hacía frío. En ambas noches se daban mutuo calor.
Pero no hacía falta poseer un sharingan para darse cuenta que había detalles que no coincidían. Primero estaban los más obvios. Noemi había perdido parte de una pierna y un brazo en el proceso. Tampoco estaban vestidos de la misma manera, más que nada porque en aquella ocasión no estaban vestidos en modo alguno. Luego, estaban los más sutiles. Noemi no estaba borracha, ni Datsue se había visto obligado a quedarse con ella. Datsue seguía sin dormir, pero eran por motivos diferentes. En uno, por su tremenda incomodidad. En otro, porque no quería.
No quería, porque sabía muy bien lo que le deparaba si lo hacía. «Shukaku…»
Eran algo más de las doce de la noche. No muy tarde, ciertamente, pero es que ambos habían quedado exhaustos. Tras su peculiar brega en la cocina, ambos jóvenes habían considerado a bien darse una rápida ducha en el cuarto de baño para quitarse el sudor. Al final la ducha se alargó mucho más de lo que hubiesen pensado… convirtiéndola de todo menos en rápida.
Más tarde, viendo que Koko podría despertar en cualquier instante y que ninguno tenía unas particulares ganas de responder a preguntas incómodas, decidieron trasladarse a su casa. Total, solo cinco metros de pasillo separaba a ambos hogares.
Su apartamento no estaba de lo más ordenado y limpio, cosa de la que se arrepintió nada más entrar al verle el rostro a Noemi, aunque luego no pareció importarle demasiado a ninguno de los dos. La gran mesa circular que el Uchiha usaba tanto como para comer como de escritorio era un caos de papeles. Tras su paso por allí, seguía siendo un caos… pero con menos papeles. Poco después, el Uchiha descubrió un defecto en el sofá que no se había dado cuenta hasta entonces. Una de las maderas que le atravesaban por dentro debía estar rota, porque empezó a hacer un crujido lastimero y rítmico mientras permanecieron allí.
Los dos jóvenes siguieron explorando la casa como dos críos pequeños en busca de un tesoro. Era como si se hubiese abierto un nuevo mundo lleno de posibilidades ante ellos. Como si hubiesen estado vendados hasta entonces, y todo lo que creían que tenía solo una utilidad, tuviese en realidad muchas más. Pero aquel nuevo descubrimiento no solo se limitó a las distintas partes del hogar, sino que también exploraron los cuerpos del uno y el otro. Datsue en particular, en una ocasión, tomó el riesgo de abandonar el Monte de Venus para aventurarse en zonas más… prohibidas.
Nunca se había alegrado tanto de haber hecho honor a su sobrenombre.
Por eso, aunque era todavía medianamente temprano para lo que estaba acostumbrado últimamente, y pese a que había estado esforzándose por mantenerse despierto, finalmente la modorra se convirtió en somnolencia, y esta, como la barca que discurre de forma apacible por las aguas de un lago, transportó su consciencia al mundo onírico.
Una risa escalofriante le dio la bienvenida. La pesadilla que tantas veces había sufrido se volvió a repetir como un bucle. Los Hermanos del Desierto mataban a Zoku. La bola de fuego se volvía después contra ellos. Ahora Datsue la devolvía de nuevo, pero el Uzukage ya no se encontraba allí, sino su padre. Luego su madre. Akame. Nabi. Eri. Plum… Noemi. El Uchiha se vio sorprendido. Semanas soñando siempre lo mismo, y de pronto un cambio.
Como telón final, cerrando aquella obra macabra, Anzu. Siempre ella. Siempre murmurando las mismas palabras:
«Traidor»
Más voces se unieron a ella, como en otro tiempo, en otra era, los farolillos de papel se iban uniendo a otros mientras la corriente del río del Árbol Sagrado los arrastraba en Año Nuevo. Las voces dejaron de acusar para empezar a tomarse la justicia por su cuenta. Le dejaban el cuerpo como un erizo de tantos shurikens, kunais y katanas que le clavaban. Le ahorcaban. Le arrancaban los miembros de cuajo. Le sacabann los ojos…
«JIAAAAA, JIA, JIA, JIA»
El cuerpo de Datsue dio una violenta sacudida al despertarse. Tenía el pecho empapado en sudor. El vientre. Las piernas. Tenía taquicardia y el rostro pálido. «Hijo de puta… Ni esta noche me dejarás tranquilo»
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado