23/10/2017, 16:53
Las palabras de Noemi tranquilizaron ligeramente al joven Uchiha, que suspiró con cierto alivio. Más todavía agradeció el hecho de que la lisiada no quisiera indagar más en el motivo de aquella repentina preocupación por parte de Akame; «supongo que ya se imagina por qué... Noemi siempre fue muy lista», razonó para sí el muchacho. Luego la chuunin de melena azulada confirmó que tanto Koko como los dos hermanos que habían ido a protegerla estaban bien, y Akame notó cómo finalmente aquel peso se aliviaba de sus hombros.
Luego escuchó una risa burlona y lejana, y se le volvió a erizar el pelo de la nuca.
Cuando por fin llegaron a su destino, Akame se detuvo un momento a admirar la opulencia con la que vivían los Sakamoto. Para él, que venía de las calles de Tanzaku, aquello era obsceno, casi insultante.
Capturó la mirada del anciano cuando la chuunin le presentó, y la mantuvo como hipnotizado. Los ojos de aquel hombre transmitían la experiencia de los años. Cuando se le acercó, el Uchiha estuvo tentado de retroceder un paso, pero se mantuvo firme... Hasta que todos se arrodillaron.
«¿Qué significa esto...?»
Akame los miró a todos, anonadado, y sus ojos negros buscaron inconscientemente a alguien junto a él, o detrás. Fue un reflejo instintivo de alguien incapaz de creer que otras personas pudieran profesarle tal gratitud. Le invadió una sensación de vértigo terrible, y al momento se agachó junto al anciano.
—Por favor, Sakamoto-dono, levántese... Yo... Yo... —balbuceó, apurado—. Agradezco sus palabras, pero... Yo sólo... Sólo hice lo que debía hacer.
Luego escuchó una risa burlona y lejana, y se le volvió a erizar el pelo de la nuca.
Cuando por fin llegaron a su destino, Akame se detuvo un momento a admirar la opulencia con la que vivían los Sakamoto. Para él, que venía de las calles de Tanzaku, aquello era obsceno, casi insultante.
Capturó la mirada del anciano cuando la chuunin le presentó, y la mantuvo como hipnotizado. Los ojos de aquel hombre transmitían la experiencia de los años. Cuando se le acercó, el Uchiha estuvo tentado de retroceder un paso, pero se mantuvo firme... Hasta que todos se arrodillaron.
«¿Qué significa esto...?»
Akame los miró a todos, anonadado, y sus ojos negros buscaron inconscientemente a alguien junto a él, o detrás. Fue un reflejo instintivo de alguien incapaz de creer que otras personas pudieran profesarle tal gratitud. Le invadió una sensación de vértigo terrible, y al momento se agachó junto al anciano.
—Por favor, Sakamoto-dono, levántese... Yo... Yo... —balbuceó, apurado—. Agradezco sus palabras, pero... Yo sólo... Sólo hice lo que debía hacer.