29/10/2017, 02:43
(Última modificación: 29/10/2017, 02:43 por Uchiha Datsue.)
«¿A la clínica?» ¿Así que al fin pensaba cumplir su apuesta y suministrarle los preciados sedantes? Ciertamente, con todo lo que se le echaba encima, no sabía si era el momento ideal o el menos oportuno. Tenía que preparar una fiesta a Nabi en cuatro días, con todo lo que ello conllevaba: comida; bebida; limpiar la casa… Quizá le pidiese ayuda a Koko con aquello último, sabedor de lo mucho que le gustaban aquellas tareas. Después, debía viajar a Ushi para sellar un tanque de agua en un pergamino, de vistas a su viaje con Aiko… Que aquella era otra. Se había reencontrado con la kunoichi de Amegakure, y se había comprometido a, nada más y nada menos, que viajar junto a ella al País del Viento. Necesitaba su mente lúcida y despejada si quería robarle el secreto de su inmortalidad y salir vivo de ello. ¿Conseguiría su plan con los sedantes su propósito de alcanzar un sueño profundo? ¿O le dejaría todavía más atolondrado?
Mucho se temía, eran preguntas cuya respuesta tan solo alcanzaría a saber una vez lo experimentase.
Tras doblar un par de calles más, los ninjas llegaron al fin a su destino. Era una típica tienda de armas con un cartel en lo alto, en el que estaba rotulado:
Sí, el nombre lo había elegido Datsue.
—Adelante —la apremió, abriendo la puerta con una mano y dejando que pasase ella primero.
El interior de la tienda no era demasiado grande, pero estaba bien iluminado y organizado. A la derecha, y tras un cristal, un enorme surtido de armas de filo de todo tipo y tamaño. Katanas, hachas, lanzas… A la izquierda, armas de mayor contundencia, como martillos de guerra, mazas con pinchos, látigos… Al frente, y tras un mostrador, colgado de la pared, armas más pequeñas como sellos explosivos, bombas de todo tipo, kunais, shurikens…
Un hombre de barriga incipiente y gran papada se encontraba tras el mostrador. Llevaba barba de tres días, entradas en el cabello, corto y negro, y tenía unos ojos oscuros pero que irradiaban inteligencia. Miró a la chica con una sonrisa radiante, como si llevase días sin ver a ningún cliente entrando por la puerta.
—¿En qué puedo ayudarla, señorita?
Mucho se temía, eran preguntas cuya respuesta tan solo alcanzaría a saber una vez lo experimentase.
Tras doblar un par de calles más, los ninjas llegaron al fin a su destino. Era una típica tienda de armas con un cartel en lo alto, en el que estaba rotulado:
«La armería para los Intrépidos»
Sí, el nombre lo había elegido Datsue.
—Adelante —la apremió, abriendo la puerta con una mano y dejando que pasase ella primero.
El interior de la tienda no era demasiado grande, pero estaba bien iluminado y organizado. A la derecha, y tras un cristal, un enorme surtido de armas de filo de todo tipo y tamaño. Katanas, hachas, lanzas… A la izquierda, armas de mayor contundencia, como martillos de guerra, mazas con pinchos, látigos… Al frente, y tras un mostrador, colgado de la pared, armas más pequeñas como sellos explosivos, bombas de todo tipo, kunais, shurikens…
Un hombre de barriga incipiente y gran papada se encontraba tras el mostrador. Llevaba barba de tres días, entradas en el cabello, corto y negro, y tenía unos ojos oscuros pero que irradiaban inteligencia. Miró a la chica con una sonrisa radiante, como si llevase días sin ver a ningún cliente entrando por la puerta.
—¿En qué puedo ayudarla, señorita?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado