29/10/2017, 19:39
¿Cómo iba Akame a negarse? La chica tenía el cuerpo perfecto para ser utilizado a modo de colchón con dos grandes almohadas adheridas a la altura de su pecho. Era obvio que el chico iba a aceptar, y así lo hizo, acomodándose perfectamente para usarle el busto de almohada. Claro que ella se aseguraría de abrazar al Uchiha en una muestra de afecto mientras depositaba algunos besos sobre la cabeza del contrario y otras suaves y delicadas caricias sobre el vientre del chico, como si pretendiese aliviarle la tensión muscular de aquella manera.
—Ya está todo en bien —le aseguró presionando un poco más al shinobi contra su robusto cuerpo.
Aunque lo que diría Akame luego le llamó un poco la atención a la pecosa, «¿desde cuándo necesita preguntar por esas cosas? »se preguntó algo extrañada por la pregunta. Inclusive, a la chica se le había venido cierta idea a la cabeza que no estaba segura de si debía de proponer o dejar pasar un tiempo antes de ello.
Lo que sí, algo había en el tono del shinobi que comenzaba a preocupar un poco a la kunoichi, no estaba hablando con la habitual seguridad o tranquilidad, era algo extraño, como si de golpe se hubiese transformado en un hombre amargado sin esperanzas.
—Esta noche y todas las que quieras —le aseguró tomándole por el rostro para guiarle a mirar hacia arriba—. Lo que sea que necesites dilo, haré todo lo que esté en mis manos, ¿está bien? —afirmó con semblante sereno, antes de darle un beso cargado de ternura en la frente.
—Ya está todo en bien —le aseguró presionando un poco más al shinobi contra su robusto cuerpo.
Aunque lo que diría Akame luego le llamó un poco la atención a la pecosa, «¿desde cuándo necesita preguntar por esas cosas? »se preguntó algo extrañada por la pregunta. Inclusive, a la chica se le había venido cierta idea a la cabeza que no estaba segura de si debía de proponer o dejar pasar un tiempo antes de ello.
Lo que sí, algo había en el tono del shinobi que comenzaba a preocupar un poco a la kunoichi, no estaba hablando con la habitual seguridad o tranquilidad, era algo extraño, como si de golpe se hubiese transformado en un hombre amargado sin esperanzas.
—Esta noche y todas las que quieras —le aseguró tomándole por el rostro para guiarle a mirar hacia arriba—. Lo que sea que necesites dilo, haré todo lo que esté en mis manos, ¿está bien? —afirmó con semblante sereno, antes de darle un beso cargado de ternura en la frente.