2/11/2017, 01:13
Aquella chica de cabellos oscuros simplemente desapareció de la escena, se fue a seguir con lo suyo sin dirigirle palabra a ninguno de los dos con los que se había cruzado. Aunque sí se pudo escuchar cierto murmullo imposible de describir.
Si había algo curioso en esa chica, era sin dudas el color de sus pestañas, no resaltaba y era difícil de notar, pero una vez que lograbas enfocarte en sus ojos por un momento lograbas ver que las pestañas que tenía eran completamente blancas a diferencia de sus cejas y el resto de su cabello.
De cualquier manera, Koko se metió en la cabaña seguida de Datsue y allí comenzarían a hablar con el anciano en un intento por obtener los medicamentos que el shinobi tanto deseaba. De esa manera, tal vez podría conciliar el sueño sin ningún tipo de interrupción de por medio. Tal vez, claro, no había seguro de que aquello fuese a funcionarle de ninguna manera.
—Ningún doctor te dará ese tipo de drogas para que puedas dormir —respondió a secas, volviendo a centrar su mirada en… La pared.
Literalmente, no había nada en aquella pared, ni siquiera que hubiese algún tipo de pasadizo secreto ni similar. Nada de nada, incluso, el otro lado de la pared daba con una habitación completamente normal. Pero allí estaba el doctor, mirándola fijamente como si algo fuese a ocurrir.
—E incluso queriendo ayudar a la hija de un colega, no puedo darles eso —prosiguió, pero esta vez caminando lentamente siguiendo la dirección de la pared hasta que dio con una pequeña chimenea encendida—. Si fueron a la clínica les habrán dicho, no me presenté a trabajar porque alguien me robó, y entre las cosas que se robaron estaban todos los medicamentos que había encargado para la clínica, entre ellos las anestesias.
Con aquello había dejado en claro a la Kageyama que el viejo iba a ayudarles, les iba a dar los medicamentos, si tan solo los tuviera en su poder, pero al no ser el caso lo tendría algo complicado. Lo que indirectamente significaba que aquellos dos tendrían que… Esforzarse si querían irse de Yamiria con aquellas drogas.
En ese momento, la rubia deslizó un brazo por encima de los hombros de Datsue y por detrás de su cabeza, para luego obligarle a girarse con ella y por lo bajo poder hablarle.
—¿Qué hacemos? Podemos esperar a otro día que le llegue otro cargamento de medicamentos o intentar dar con los ladrones —decía muy seriamente, y a una distancia prácticamente nula, pues la chica mantenía al Uchiha apresado con la fuerza de un solo brazo.
Si había algo curioso en esa chica, era sin dudas el color de sus pestañas, no resaltaba y era difícil de notar, pero una vez que lograbas enfocarte en sus ojos por un momento lograbas ver que las pestañas que tenía eran completamente blancas a diferencia de sus cejas y el resto de su cabello.
De cualquier manera, Koko se metió en la cabaña seguida de Datsue y allí comenzarían a hablar con el anciano en un intento por obtener los medicamentos que el shinobi tanto deseaba. De esa manera, tal vez podría conciliar el sueño sin ningún tipo de interrupción de por medio. Tal vez, claro, no había seguro de que aquello fuese a funcionarle de ninguna manera.
—Ningún doctor te dará ese tipo de drogas para que puedas dormir —respondió a secas, volviendo a centrar su mirada en… La pared.
Literalmente, no había nada en aquella pared, ni siquiera que hubiese algún tipo de pasadizo secreto ni similar. Nada de nada, incluso, el otro lado de la pared daba con una habitación completamente normal. Pero allí estaba el doctor, mirándola fijamente como si algo fuese a ocurrir.
—E incluso queriendo ayudar a la hija de un colega, no puedo darles eso —prosiguió, pero esta vez caminando lentamente siguiendo la dirección de la pared hasta que dio con una pequeña chimenea encendida—. Si fueron a la clínica les habrán dicho, no me presenté a trabajar porque alguien me robó, y entre las cosas que se robaron estaban todos los medicamentos que había encargado para la clínica, entre ellos las anestesias.
Con aquello había dejado en claro a la Kageyama que el viejo iba a ayudarles, les iba a dar los medicamentos, si tan solo los tuviera en su poder, pero al no ser el caso lo tendría algo complicado. Lo que indirectamente significaba que aquellos dos tendrían que… Esforzarse si querían irse de Yamiria con aquellas drogas.
En ese momento, la rubia deslizó un brazo por encima de los hombros de Datsue y por detrás de su cabeza, para luego obligarle a girarse con ella y por lo bajo poder hablarle.
—¿Qué hacemos? Podemos esperar a otro día que le llegue otro cargamento de medicamentos o intentar dar con los ladrones —decía muy seriamente, y a una distancia prácticamente nula, pues la chica mantenía al Uchiha apresado con la fuerza de un solo brazo.