2/11/2017, 04:44
—Existen dos tipos de Sakamoto, los que son como Noemi y yo, orgullosos y algo estúpidos pero inofensivos, y luego los que son como Katsumi, o incluso Katsu, otro de los nueve —dijo bastante fastidiada.
No le agradaba para nada aquella chica y no importaba cuanto le hablasen, no iba a cambiar en lo más mínimo su postura.
La conversación de todas formas tendría que esperar un poco, pues ya estaban puede que... Demasiado cerca de la tan mencionada kunoichi, quien frenó en seco, probablemente al percatarse que la estaban siguiendo.
—¿Qué quieren? —soltó escueta. No parecía interesada en forjar ningún tipo de relación.
Ah pero cuando se volteó a mirar a los shinobis centró su vista en la Kageyama y pareció que comenzó un duelo de miradas, uno en el que las chispas hubiesen salido disparadas en todas direcciones de no ser porque aquello era completamente imposible, al menos sin haber desarrollado alguna técnica o similares.
En cualquier caso, cualquiera podía deducir que aquellas dos féminas estaban a un paso de darse de golpes. Por eso y mucho más, la pecosa prefirió simplemente devolver aquella mirada fulminante a la de cabellos oscuros y dejar que su compañero hablase.
No le agradaba para nada aquella chica y no importaba cuanto le hablasen, no iba a cambiar en lo más mínimo su postura.
La conversación de todas formas tendría que esperar un poco, pues ya estaban puede que... Demasiado cerca de la tan mencionada kunoichi, quien frenó en seco, probablemente al percatarse que la estaban siguiendo.
—¿Qué quieren? —soltó escueta. No parecía interesada en forjar ningún tipo de relación.
Ah pero cuando se volteó a mirar a los shinobis centró su vista en la Kageyama y pareció que comenzó un duelo de miradas, uno en el que las chispas hubiesen salido disparadas en todas direcciones de no ser porque aquello era completamente imposible, al menos sin haber desarrollado alguna técnica o similares.
En cualquier caso, cualquiera podía deducir que aquellas dos féminas estaban a un paso de darse de golpes. Por eso y mucho más, la pecosa prefirió simplemente devolver aquella mirada fulminante a la de cabellos oscuros y dejar que su compañero hablase.