4/11/2017, 16:16
Akame recibió el bofetón sin siquiera verlo venir; el estupor que expresaba su rostro daba buena fe de ello. Alzó una mano tímida, tocándose la mejilla que Koko acababa de ostiar sin ningún tipo de reparo, y luego sus ojos azabaches se cruzaron con los de ella.
«¿Qué demonios me pasa?»
De repente el muchacho sintió una gran rabia dentro de sí. Había peleado, había hecho frente a un bijuu y a un maldito Kage, ¿y ahora no iba a recoger los frutos de su victoria? «¡Y una mierda! ¡Soy Uchiha Akame, jinchuuriki del Ichibi, Asesino de Kages, Liberador de Uzushiogakure, Hermano del Desierto!»
Con un rápido movimiento cargado de instinto primitivo, casi violento, se escurrió de debajo de Koko para lanzarse sobre ella y derribarla contra la cama. Luego le agarró las muñecas con sus propias manos y empezó a besarla en el cuello, mordiendo de vez en cuando. No eran mordiscos y cosquillas como los que ella le hacía de vez en cuando, sino dentelladas que, si bien no tenían la suficiente fuerza para hacer daño, dejaban totalmente claro que el Uchiha estaba dando rienda suelta a sus instintos más primarios.
Lo que siguió fue un buen rato de disfrute animal, primitivo, en el que Akame tomaría la iniciativa para saborear aquello por lo que había luchado. Cuando terminaron, el Uchiha se quitó de encima de Koko y se quedó tumbado junto a ella, completamente desnudo y respirando agitadamente.
Un olor agrio llegó a la habitación.
—Creo que se te ha quemado el pollo...
«¿Qué demonios me pasa?»
De repente el muchacho sintió una gran rabia dentro de sí. Había peleado, había hecho frente a un bijuu y a un maldito Kage, ¿y ahora no iba a recoger los frutos de su victoria? «¡Y una mierda! ¡Soy Uchiha Akame, jinchuuriki del Ichibi, Asesino de Kages, Liberador de Uzushiogakure, Hermano del Desierto!»
Con un rápido movimiento cargado de instinto primitivo, casi violento, se escurrió de debajo de Koko para lanzarse sobre ella y derribarla contra la cama. Luego le agarró las muñecas con sus propias manos y empezó a besarla en el cuello, mordiendo de vez en cuando. No eran mordiscos y cosquillas como los que ella le hacía de vez en cuando, sino dentelladas que, si bien no tenían la suficiente fuerza para hacer daño, dejaban totalmente claro que el Uchiha estaba dando rienda suelta a sus instintos más primarios.
Lo que siguió fue un buen rato de disfrute animal, primitivo, en el que Akame tomaría la iniciativa para saborear aquello por lo que había luchado. Cuando terminaron, el Uchiha se quitó de encima de Koko y se quedó tumbado junto a ella, completamente desnudo y respirando agitadamente.
Un olor agrio llegó a la habitación.
—Creo que se te ha quemado el pollo...