7/11/2017, 03:31
La genin estaba disfrutando de aquello, ver a dos shinobis que momentos atrás le habían plantado cara, ahora temblando e incluso vomitando, aunque algo pudo apreciar en la rubia que simplemente le provocó a reír a carcajadas.
—¿¡Y se hacen llamar ninjas!? —exclamó entre risas, como si no pudiera contenerlas de ninguna manera.
Efectivamente, tal y como Katsumi lo había visto, mientras Datsue vomitaba sobre los pies de la Kageyama, ella se había orinado encima, logrando así cierta harmonía, si se lo quería ver de esa forma, pues mientras que él había sido víctima de aquella espantosa escena devolviendo su almuerzo, ella por su parte había sufrido de una incontinencia renal.
En otras palabras, justo donde el Uchiha acababa de dejar su delicioso almuerzo, la chica había dejado un pequeño charco.
—Atrás de esos arbustos está el carromato —indicó la de cabellos azabaches, señalando con un dedo la dirección exacta.
Las risas se le habían pasado, y pronto volvió a inclinarse sobre su más reciente víctima para comenzar a arrancarle trozos de carne a mordidas. Este ya estaba muerto, lo que significaba que ya no volvería a salir sangre a chorros, aunque sí estaba empapándolo todo además de los grotescos sonidos que producía al hacer semejante cosa.
La pecosa por su parte, comenzó a avanzar, marcando un perímetro de la ubicación exacta donde se encontraba la otra chica, con suma precaución si se lo quería ver de otra manera y no era para menos… Simplemente quería desaparecer de allí tras recuperar lo que habían ido a buscar.
Ya luego se preocuparía por la peste a orina que pronto comenzaría a emanar.
—¿¡Y se hacen llamar ninjas!? —exclamó entre risas, como si no pudiera contenerlas de ninguna manera.
Efectivamente, tal y como Katsumi lo había visto, mientras Datsue vomitaba sobre los pies de la Kageyama, ella se había orinado encima, logrando así cierta harmonía, si se lo quería ver de esa forma, pues mientras que él había sido víctima de aquella espantosa escena devolviendo su almuerzo, ella por su parte había sufrido de una incontinencia renal.
En otras palabras, justo donde el Uchiha acababa de dejar su delicioso almuerzo, la chica había dejado un pequeño charco.
—Atrás de esos arbustos está el carromato —indicó la de cabellos azabaches, señalando con un dedo la dirección exacta.
Las risas se le habían pasado, y pronto volvió a inclinarse sobre su más reciente víctima para comenzar a arrancarle trozos de carne a mordidas. Este ya estaba muerto, lo que significaba que ya no volvería a salir sangre a chorros, aunque sí estaba empapándolo todo además de los grotescos sonidos que producía al hacer semejante cosa.
La pecosa por su parte, comenzó a avanzar, marcando un perímetro de la ubicación exacta donde se encontraba la otra chica, con suma precaución si se lo quería ver de otra manera y no era para menos… Simplemente quería desaparecer de allí tras recuperar lo que habían ido a buscar.
Ya luego se preocuparía por la peste a orina que pronto comenzaría a emanar.