7/11/2017, 05:28
Algo andaba mal, al menos en la cabeza de Datsue que decidió reír de una forma sumamente tétrica que hizo que la Kageyama retrocediera un paso. «¿¡Es que todos están locos!? »se cuestionó asustada, no solo de Katsumi, sino que también del Uchiha que hasta el momento le había parecido ciertamente sensato. Hasta ahora.
Por suerte, el chico reaccionó de una forma bastante normal, si es que se podía considerar normal que rápidamente se olvidase de todo y actuase completamente normal, a pesar de haber devuelto su almuerzo momentos atrás.
—Bueno… —respondió vagamente la pecosa, dispuesta a desaparecer de la escena.
Mientras tanto, Katsumi estaba sumamente entretenida con su festín, literalmente había pasado de aquellos dos que la habían estado molestando momentos atrás y —probablemente— decida seguir molestando con lo que acababa de ver de aquellos dos. No hoy, no mañana, pero algún otro día aprovecharía.
—No creo que ponga pegas —comentó, tratando de centrarse en otra cosa que no fuese aquella espeluznante escena.
Por suerte no se encontrarían con ningún contratiempo en lo que salían de la arboleda, por lo que llegarían en poco tiempo a la cabaña del doctor… en pésimas condiciones, claro, especialmente la pecosa que no solo caminaba con vómito encima, sino que también iba con su propia orina impregnada en su ropa.
Por suerte, el chico reaccionó de una forma bastante normal, si es que se podía considerar normal que rápidamente se olvidase de todo y actuase completamente normal, a pesar de haber devuelto su almuerzo momentos atrás.
—Bueno… —respondió vagamente la pecosa, dispuesta a desaparecer de la escena.
Mientras tanto, Katsumi estaba sumamente entretenida con su festín, literalmente había pasado de aquellos dos que la habían estado molestando momentos atrás y —probablemente— decida seguir molestando con lo que acababa de ver de aquellos dos. No hoy, no mañana, pero algún otro día aprovecharía.
—No creo que ponga pegas —comentó, tratando de centrarse en otra cosa que no fuese aquella espeluznante escena.
Por suerte no se encontrarían con ningún contratiempo en lo que salían de la arboleda, por lo que llegarían en poco tiempo a la cabaña del doctor… en pésimas condiciones, claro, especialmente la pecosa que no solo caminaba con vómito encima, sino que también iba con su propia orina impregnada en su ropa.