7/11/2017, 16:46
«¿Luego de... lo que le hice?»
Cuando Akame entendió, un color rojo intenso tintó todas las facciones de su rostro. El Uchiha bajó la mirada sin saber que decir, avergonzado, de modo que simplemente se limitó a esperar a que Koko cogiera algo de comer del frigorífico. «Joder, cuanta azúcar...» Akame solía ser bastante analítico con la comida que consumía —tal y como le había enseñado su antigua maestra—, siempre buscando un aporte calórico óptimo con la menor cantidad de grasas y azúcares posible. Planeaba cada día en una dieta sana y equilibrada, diseñada para mantenerle con energías en sus duros entrenamientos.
En definitiva, era como solía ser con casi todo lo demás en su vida. Estudioso y calculador.
Sin embargo, aquel día no se sentía con fuerzas para analizar, planear ni mucho menos debatir; de modo que simplemente siguió a la kunoichi y se sentó junto a ella en la cama con las piernas cruzadas. Algo de lo que había dicho Koko le llamaba la atención...
—¿Qué es eso que quieres hablar?
Cuando Akame entendió, un color rojo intenso tintó todas las facciones de su rostro. El Uchiha bajó la mirada sin saber que decir, avergonzado, de modo que simplemente se limitó a esperar a que Koko cogiera algo de comer del frigorífico. «Joder, cuanta azúcar...» Akame solía ser bastante analítico con la comida que consumía —tal y como le había enseñado su antigua maestra—, siempre buscando un aporte calórico óptimo con la menor cantidad de grasas y azúcares posible. Planeaba cada día en una dieta sana y equilibrada, diseñada para mantenerle con energías en sus duros entrenamientos.
En definitiva, era como solía ser con casi todo lo demás en su vida. Estudioso y calculador.
Sin embargo, aquel día no se sentía con fuerzas para analizar, planear ni mucho menos debatir; de modo que simplemente siguió a la kunoichi y se sentó junto a ella en la cama con las piernas cruzadas. Algo de lo que había dicho Koko le llamaba la atención...
—¿Qué es eso que quieres hablar?