8/11/2017, 19:18
Llegar a la cabaña del anciano era en definitiva, lo más importante en aquellos momentos. Con tal de alejarse de aquella kunoichi y de paso, tener chance de quitarse la ropa apestosa, Koko haría cualquier cosa. Aunque claro, el chico que la iba acompañando parecía haber perdido hasta cierto punto los cabales.
—Si le decimos lo sabrán —respondió claramente atemorizada ante la idea—. No es solo ella, son más, pero no sé quiénes —agregó en un intento por quitarle semejante idea de la cabeza al contrario.
Además, si vamos al caso, ¿qué tiene de malo que se coman la carne de unos bandidos? Distinta sería la historia si se estuviesen comiendo a sus compañeros, aunque claro, la Kageyama no estaba del todo enterada de lo que esos caníbales hacían en sus ratos libres. Lo único fijo era que no quería saber absolutamente nada con enfrentarse cara a cara con Katsumi por algún motivo.
A diferencia de cuando partieron en busca de los bandidos, esta vez los shinobis llegaron bastante rápido a la cabaña del doctor, por lo que la rubia se adelantó para llamar a la puerta.
El anciano rápidamente abrió, llevándose una desagradable sorpresa debido a la peste que desprendía principalmente la pecosa.
—Ya sabes dónde está el baño —dijo el viejo con la nariz arrugada—. ¿Tú también? —preguntó dirigiéndose a Datsue.
Mientras hablaba se hizo a un lado, permitiendo a ambos ingresar. Invitación que Koko aceptó sin decir ni una sola palabra y como se dijo, parecía saber perfectamente dónde debía de ir. Por lo que el shinobi se quedaría a solas con el médico.
—Si le decimos lo sabrán —respondió claramente atemorizada ante la idea—. No es solo ella, son más, pero no sé quiénes —agregó en un intento por quitarle semejante idea de la cabeza al contrario.
Además, si vamos al caso, ¿qué tiene de malo que se coman la carne de unos bandidos? Distinta sería la historia si se estuviesen comiendo a sus compañeros, aunque claro, la Kageyama no estaba del todo enterada de lo que esos caníbales hacían en sus ratos libres. Lo único fijo era que no quería saber absolutamente nada con enfrentarse cara a cara con Katsumi por algún motivo.
A diferencia de cuando partieron en busca de los bandidos, esta vez los shinobis llegaron bastante rápido a la cabaña del doctor, por lo que la rubia se adelantó para llamar a la puerta.
El anciano rápidamente abrió, llevándose una desagradable sorpresa debido a la peste que desprendía principalmente la pecosa.
—Ya sabes dónde está el baño —dijo el viejo con la nariz arrugada—. ¿Tú también? —preguntó dirigiéndose a Datsue.
Mientras hablaba se hizo a un lado, permitiendo a ambos ingresar. Invitación que Koko aceptó sin decir ni una sola palabra y como se dijo, parecía saber perfectamente dónde debía de ir. Por lo que el shinobi se quedaría a solas con el médico.