22/11/2017, 17:28
Al médico le daba igual todo ya, simplemente le inyectó la droga al shinobi y se retiró para deshacerse de la jeringuilla, no tenía nada más para hacer allí, más considerando que los dos shinobis se habían metido bajo las sábanas con la intención de dormir. Por lo menos no tendría que preocuparse por nada.
Al cabo de unas horas, ya todos en la cabaña estaban durmiendo plácidamente, o por lo menos eso aparentaban, pues había uno que no estaba disfrutando del sueño pero para nada.
¿La pecosa? Dormía a pierna tendida, incluso se podía escuchar un leve roncar desde bajo las sábanas.
¿El anciano? También, pero sus sonoros ronquidos eran inaudibles para los dos más jóvenes ya que se encontraba en otra habitación algo alejada.
¿El Uchiha? Este sí que la pasó mal, y lejos de querer hablar de nada o buscar el consuelo en los que permanecían dentro de la cabaña, este decidió escabullirse sin decirle absolutamente nada a nadie. ¿Por qué? A saber, ¿sería por orgullo? Es decir, estaba demacrado y se le notaba a leguas, incluso antes de esa particular noche, pero ahora tenía los ojos hinchados, señal inequívoca de que había estado sollozando.
Pero ni Koko ni el médico se enteraron de nada, pues el shinobi poseía la destreza suficiente para escabullirse sigilosamente sin problemas.
Todo parecía apuntar a que Datsue podría ir a dónde se le antojase sin más interrupciones, pero… A pesar de la hora, una silueta se acercaba, puesto que iba en dirección a la cabaña. Esta misma llevaba una pequeña farola que iluminaba lo suficiente para que no se llevase ninguna sorpresa por el camino.
—Hey —saludó la fémina de oscura cabellera. Esbozaba una sonrisa burlona, la cual se esfumó en cuanto se acercó lo suficiente al contrario como para verle… mal—. ¿Qué te pasó? —cuestionó con un tono neutral, no parecía dispuesta a burlarse del contrario, no en ese estado.
Al cabo de unas horas, ya todos en la cabaña estaban durmiendo plácidamente, o por lo menos eso aparentaban, pues había uno que no estaba disfrutando del sueño pero para nada.
¿La pecosa? Dormía a pierna tendida, incluso se podía escuchar un leve roncar desde bajo las sábanas.
¿El anciano? También, pero sus sonoros ronquidos eran inaudibles para los dos más jóvenes ya que se encontraba en otra habitación algo alejada.
¿El Uchiha? Este sí que la pasó mal, y lejos de querer hablar de nada o buscar el consuelo en los que permanecían dentro de la cabaña, este decidió escabullirse sin decirle absolutamente nada a nadie. ¿Por qué? A saber, ¿sería por orgullo? Es decir, estaba demacrado y se le notaba a leguas, incluso antes de esa particular noche, pero ahora tenía los ojos hinchados, señal inequívoca de que había estado sollozando.
Pero ni Koko ni el médico se enteraron de nada, pues el shinobi poseía la destreza suficiente para escabullirse sigilosamente sin problemas.
Todo parecía apuntar a que Datsue podría ir a dónde se le antojase sin más interrupciones, pero… A pesar de la hora, una silueta se acercaba, puesto que iba en dirección a la cabaña. Esta misma llevaba una pequeña farola que iluminaba lo suficiente para que no se llevase ninguna sorpresa por el camino.
—Hey —saludó la fémina de oscura cabellera. Esbozaba una sonrisa burlona, la cual se esfumó en cuanto se acercó lo suficiente al contrario como para verle… mal—. ¿Qué te pasó? —cuestionó con un tono neutral, no parecía dispuesta a burlarse del contrario, no en ese estado.