2/12/2017, 21:18
Y aunque Kuranosuke intentase estar lo suficientemente atento a los movimientos de su interlocutor como para poder percatarse de si, en efecto, realizaba algún gesto repentino y posiblemente peligroso; lo cierto es que si el gyojin intentase hacer algo, poco podría hacer para evitar que el kusajin se diera cuenta. Después de todo, las continuas pisadas sobre la nieve —que a pesar de no ser tan profunda, igual cubría la hierba que solía haber en el suelo— le delataban con cada paso.
Sin embargo, el meollo del asunto estaba en aquel cruce de interrogantes que, desde luego, buscaban saber un poco más del otro. Kuranosuke fue más directo, desde luego, pero había jugado bien sus cartas. Así que el Hozuki explayó su mejor sonrisa, aclaró la garganta; y contó la misma historia con la que solía responder a todo aquel imberbe que se atrevía a preguntar acerca de su apariencia, sin que él le diese el permiso para ello.
—No lo sé, chaval. Dicen por allí que mi padre se folló a una sirena y ésta después lo ahogó, dejándolo como comida para tiburones. Otros tantos dicen que soy el hijo pródigo de Ame no Kami, y que nací de entre la sal y el agua, a saber cómo es eso posible, ¿no?
»¿La verdad? nací feo de cojones y yastá. ¡Jajaja! —rió, grácil.
Sin embargo, el meollo del asunto estaba en aquel cruce de interrogantes que, desde luego, buscaban saber un poco más del otro. Kuranosuke fue más directo, desde luego, pero había jugado bien sus cartas. Así que el Hozuki explayó su mejor sonrisa, aclaró la garganta; y contó la misma historia con la que solía responder a todo aquel imberbe que se atrevía a preguntar acerca de su apariencia, sin que él le diese el permiso para ello.
—No lo sé, chaval. Dicen por allí que mi padre se folló a una sirena y ésta después lo ahogó, dejándolo como comida para tiburones. Otros tantos dicen que soy el hijo pródigo de Ame no Kami, y que nací de entre la sal y el agua, a saber cómo es eso posible, ¿no?
»¿La verdad? nací feo de cojones y yastá. ¡Jajaja! —rió, grácil.