3/12/2017, 19:27
El de Kusagakure entró en la senda con cuidado de no tropezar con el bambú que descansaba en el suelo, medio enterrado por la nieve. Esperaba que Kaido lo siguiera.
El peculiar individuo afirmó que su filosofía sobre los que viven por la espada había salido del libro que sostenía con firmeza en su mano derecha. Se trataba de una buena hipótesis, pero se equivocaba.
En esta ocasión no le dirigió la mirada, solo continuó caminando a buen paso con semblante reservado.
—¿Del libro? No, era algo que mi padre acostumbraba a decir. Aunque, a decir verdad, no todos los que viven por la espada mueren por ella... —reflexionó, más para sí que para su acompañante.
Acto seguido, le preguntó si Tane-Shigai se encontraba muy lejano de su posición actual. Parecía ser que debía estar allí durante la noche de ese mismo día.
—¿Quieres llegar a Tane-Shigai, desde aquí, a principios del anochecer? Quizás, si tuvieras alas, sería posible, pero en caso de que no seas un pez volador, me temo que lo tendrás peliguado, incluso aunque fuéramos a toda velocidad...
El peculiar individuo afirmó que su filosofía sobre los que viven por la espada había salido del libro que sostenía con firmeza en su mano derecha. Se trataba de una buena hipótesis, pero se equivocaba.
En esta ocasión no le dirigió la mirada, solo continuó caminando a buen paso con semblante reservado.
—¿Del libro? No, era algo que mi padre acostumbraba a decir. Aunque, a decir verdad, no todos los que viven por la espada mueren por ella... —reflexionó, más para sí que para su acompañante.
Acto seguido, le preguntó si Tane-Shigai se encontraba muy lejano de su posición actual. Parecía ser que debía estar allí durante la noche de ese mismo día.
—¿Quieres llegar a Tane-Shigai, desde aquí, a principios del anochecer? Quizás, si tuvieras alas, sería posible, pero en caso de que no seas un pez volador, me temo que lo tendrás peliguado, incluso aunque fuéramos a toda velocidad...