5/12/2017, 00:01
El único ojo de Kuranosuke se abrió de inmediato, mostrando un tinte de sorpresa, cuando se percató de la presencia del animal. No estaba del todo seguro de lo que había visto, pero le parecía buena idea asumir que se trataba de algún tipo de roedor, y lo que era peor: un ladrón de hortalizas.
Con la zanahoria mordisqueada todavía entre los dedos de su mano derecha, colgando por las hojas superiores que hacía un momento asomaban entre el suelo de cultivo, el muchacho se dirigió con potentes zancadas al dueño de la finca.
—Disculpe mi interrupción, Niwashi-dono, pero parece ser que tiene al menos un invitado no deseado en sus tierras de cultivo —le indicó con neutralidad, sosteniendo en alto la hortaliza roída para que pudiera verla con claridad.
Con la zanahoria mordisqueada todavía entre los dedos de su mano derecha, colgando por las hojas superiores que hacía un momento asomaban entre el suelo de cultivo, el muchacho se dirigió con potentes zancadas al dueño de la finca.
—Disculpe mi interrupción, Niwashi-dono, pero parece ser que tiene al menos un invitado no deseado en sus tierras de cultivo —le indicó con neutralidad, sosteniendo en alto la hortaliza roída para que pudiera verla con claridad.