5/12/2017, 14:52
Para la fortuna del genin, Tsu resultó ser más ágil de reflejos de lo que Kuranosuke esperaba. Antes de que el topo tocara el suelo siquiera, el grandullón logró atraparlo. Ya no tendría manera de salir de ahí por mucho que mordisqueara.
— ¿Estás bien chico? Venga, volvamos y te curo eso, no vaya a ser que se te infecte o cualquier cosa, que de lo animales salvajes... a saber.
—No es necesario, Niwashi-dono, es un simple rasguño y todavía tengo trabajo que hacer —aseguró con naturalidad.
Pero el hombretón no estaba dispuesto a aceptarlo. Casi obligó al muchacho a que lo acompañara de vuelta a la caseta.
El tuerto se sentó en el silón tal y como se le había indicado. El mueble le resultó sorprendentemente cómodo, pero se aseguró de mantener una posición digna antes de dejarse llevar por el suave abrazo del susodicho.
El topo se le quedó mirando y, un suspiro más tarde, Kuranosuke se percató, mirándolo de vuelta.
—Jaque mate, bichejo.
A continuación el señor Niwashi retornó a escena, trayendo consigo lo que parecía ser un kit de primeros auxilios improvisado. Con retinencia, el muchacho sacó el guante y observó la herida. Tal y como había dicho anteriormente, no parecía nada importante.
—Gracias por tomarse estas molestias —le dijo con sinceridad.
No articuló sonido alguno cuando el ardiente alcohol rozó su encarnada piel. Sus facciones apenas variaron.
Estaba acostumbrado al dolor, y algo así no era nada para él.
— ¿Estás bien chico? Venga, volvamos y te curo eso, no vaya a ser que se te infecte o cualquier cosa, que de lo animales salvajes... a saber.
—No es necesario, Niwashi-dono, es un simple rasguño y todavía tengo trabajo que hacer —aseguró con naturalidad.
Pero el hombretón no estaba dispuesto a aceptarlo. Casi obligó al muchacho a que lo acompañara de vuelta a la caseta.
***
El tuerto se sentó en el silón tal y como se le había indicado. El mueble le resultó sorprendentemente cómodo, pero se aseguró de mantener una posición digna antes de dejarse llevar por el suave abrazo del susodicho.
El topo se le quedó mirando y, un suspiro más tarde, Kuranosuke se percató, mirándolo de vuelta.
—Jaque mate, bichejo.
A continuación el señor Niwashi retornó a escena, trayendo consigo lo que parecía ser un kit de primeros auxilios improvisado. Con retinencia, el muchacho sacó el guante y observó la herida. Tal y como había dicho anteriormente, no parecía nada importante.
—Gracias por tomarse estas molestias —le dijo con sinceridad.
No articuló sonido alguno cuando el ardiente alcohol rozó su encarnada piel. Sus facciones apenas variaron.
Estaba acostumbrado al dolor, y algo así no era nada para él.