11/12/2017, 21:03
El viaje no podía tomar demasiado tiempo, aunque al llegar, obviamente iba a querer descansar de la caminata, por ello sencillamente se dirigió a la posada donde se había estado alojando los últimos días. Una suerte para ella que solo tuviese que caminar en línea recta para llegar a destino.
De cualquier manera, la pelirroja ingresó al establecimiento y se dirigió al mostrador, tenía que solicitar la llave de su habitación pero alguien más había llegado antes. Un presunto shinobi de Amegakure que seguramente habría pasado ya por el control. En otras palabras, ella no tenía nada que hacer al respecto.
—Oh, no figura en ninguno de los mapas, el pueblo es muy pequeño para que lo tomen en cuenta —afirmó el hombretón con aire jovial—. Estamos en el país del bosque, entre la Ribera Sur y Yachi.
Puede ser que fuese una descripción algo vaga, pero por lo menos serviría a cualquiera con un buen sentido de la orientación a llegar al lugar, después de todo, bastaba con viajar en línea recta desde uno de los lugares mencionados hasta el otro.
«Tendría que figurar igual »pensaba la depresiva pelirroja que se mantenía a la espera a un par de pasos de distancia. No iba a interrumpir a aquellos dos, pues le correspondía esperar su turno para ser atendida.
De cualquier manera, la pelirroja ingresó al establecimiento y se dirigió al mostrador, tenía que solicitar la llave de su habitación pero alguien más había llegado antes. Un presunto shinobi de Amegakure que seguramente habría pasado ya por el control. En otras palabras, ella no tenía nada que hacer al respecto.
—Oh, no figura en ninguno de los mapas, el pueblo es muy pequeño para que lo tomen en cuenta —afirmó el hombretón con aire jovial—. Estamos en el país del bosque, entre la Ribera Sur y Yachi.
Puede ser que fuese una descripción algo vaga, pero por lo menos serviría a cualquiera con un buen sentido de la orientación a llegar al lugar, después de todo, bastaba con viajar en línea recta desde uno de los lugares mencionados hasta el otro.
«Tendría que figurar igual »pensaba la depresiva pelirroja que se mantenía a la espera a un par de pasos de distancia. No iba a interrumpir a aquellos dos, pues le correspondía esperar su turno para ser atendida.