13/12/2017, 20:20
El empleado siguió hablando, respondió a lo que Ritsuko había dicho pero de una forma prácticamente negativa en lo que ella seguía recolectando sus cosas, principalmente shurikens y fue una verdadera suerte que la bomba de humo no hubiese reventado, de lo contrario la escenita que se estaba montando podría haber sido mucho peor.
Aunque estando allí abajo agazapada pasó a ignorar absolutamente todo lo que se hablaba por encima del mostrador, incluso cuando se estaba estirando para recoger uno de sus kunais, su compañero se acercó demasiado al mostrador apresándola, pues una pierna al menos estaba ejerciendo presión sobre las costillas de la chica aunque nada como para que se quejase.
Y si o se quejaba era porque estaba tomándose aquello a modo de castigo bien merecido.
«Odio esto »se quejaba con ojos llorosos manteniendo aquella postura por tanto tiempo como le tocase soportar.
Luego de un rato Ralexion la liberó, a saber si lo hizo a propósito o sin querer, pero cuando pudo, la pelirroja se sentó y metió todo lo que había recolectado dentro del portaobjetos, pero faltaba algo, el carrete.
—No, ya termino —afirmó en un murmullo mientras con la mirada buscaba el dichoso hilo.
No estaba por ninguna parte que pudiera ver desde su posición, así que la única opción que restaba era que se hubiese ido rodando por debajo del mostrador y… solo había una manera de comprobarlo. Aplastar un oído contra el piso, y allí lo vio.
—Sí, ya está todo —pensó en lo que estiraba la mano por debajo de la estructura de madera con la sencilla intención de tomar el carrete, aunque tenía ciertas dificultades para alcanzarlo.
Aunque estando allí abajo agazapada pasó a ignorar absolutamente todo lo que se hablaba por encima del mostrador, incluso cuando se estaba estirando para recoger uno de sus kunais, su compañero se acercó demasiado al mostrador apresándola, pues una pierna al menos estaba ejerciendo presión sobre las costillas de la chica aunque nada como para que se quejase.
Y si o se quejaba era porque estaba tomándose aquello a modo de castigo bien merecido.
«Odio esto »se quejaba con ojos llorosos manteniendo aquella postura por tanto tiempo como le tocase soportar.
Luego de un rato Ralexion la liberó, a saber si lo hizo a propósito o sin querer, pero cuando pudo, la pelirroja se sentó y metió todo lo que había recolectado dentro del portaobjetos, pero faltaba algo, el carrete.
—No, ya termino —afirmó en un murmullo mientras con la mirada buscaba el dichoso hilo.
No estaba por ninguna parte que pudiera ver desde su posición, así que la única opción que restaba era que se hubiese ido rodando por debajo del mostrador y… solo había una manera de comprobarlo. Aplastar un oído contra el piso, y allí lo vio.
—Sí, ya está todo —pensó en lo que estiraba la mano por debajo de la estructura de madera con la sencilla intención de tomar el carrete, aunque tenía ciertas dificultades para alcanzarlo.