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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
Ralexion se vio desconcertado. Parecía ser que había ofendido a la pelirroja sin intención alguna. Sí, le resultaba apabullante que no fuera capaz de recordar la localización de su propia casa, no obstante, en ningún momento se le pasó por la cabeza que ella estuviera mintiendo, ni mucho menos quiso darlo a entender con sus palabras.

¡Eh, eh, no quise decir que estuvieras mintiendo! —exclamó según ella ya se marchaba— ¡Espera!

Con paso rápido, el moreno se puso a la altura de la fémina. Ritsuko tampoco deseaba pasarse por el centro neurálgico de la aldea, lugar donde, sin duda alguna, le permitirían echar un vistazo a su expediente y así adquirir la información que necesitaban. No, era mejor irse, ofendida, y caminar hasta que le sangraran los pies.

¿Por qué no le sorprendía?

¿Entonces cuál es tu plan? —la interrogó con honesta intriga.
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#77
—Da igual —respondió a secas y con las mejillas infladas.

Realmente daba lo mismo, total, era cuestión de tiempo a que Ralexion se acostumbrase a que ella por lo menos, era un desastre en lo que a orientación se refería, y cuanto antes lo entendiese mejor o podría ocurrir una desgracia más adelante.

Lo que sí le sorprendió fue que el chico preguntase por un supuesto plan, cuando ella suponía que había sido clara al momento de aceptar la idea que él mismo propuso. «¿Tanto me vas a ignorar? »se cuestionó mirándole con una ceja alzada.

—¿No íbamos al edificio del Morikage? —cuestionó algo perdida—. Lo que dije era porque yo no entiendo las indicaciones que me dan, si tú entiendes entonces vamos.

¿Qué le había picado? Era extraño eso de que preguntase por un plan.
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#78
El genin dejó escapar un pequeño "oh" al ser consciente de que había malinterpretado las palabras de la pelirroja —irónicamente así, ahora estaban en empate en lo que a asumir falsedades se refería— y su negativa no se refería a ir al edificio en sí, si no a que no comprendería las direcciones que le darían allí.

Perdona entonces, perdona —manifestó de inmediato—. No conozco hasta el último recoveco de la villa pero debería de ser capaz de guiarme si dispongo de una dirección.

Ahora que habían alcanzado un acuerdo podían ponerse en marcha a donde residía el Morikage.

***

El lugar se encontraba tan atareado como siempre. Ya en la recepción podía verse a ninjas ir de un lado a otro, pidiendo o entregando misiones, además de civiles que deseaban solicitar ayuda o realizar una petición de cualquier tipo. Antes de que se les atendiera en uno de los mostradores, la pareja debió realizar cola.

Finalmente llegó su turno. Tras la mesa había un hombre de expresión sumamente cordial.

¿En qué puedo ayudaros, chicos?

Pídele tu expediente —le susurró el Uchiha con disimulo a la pelirroja.
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#79
Luego de las disculpas ambos se dirigieron al edificio del Morikage en lo que para ella era un tiempo récord imbatible. Habían ido directamente al lugar sin dar ni una sola vuelta innecesaria tal y como hubiese hecho ella, y estamos siendo generosos al decir solo ‘una vuelta’.

De momento, la kunoichi se mantuvo a un lado del Uchiha, como una especie de compañía, un extra, sin presencia ni nada que llamase la atención de nadie, supuso que él mismo pediría el expediente por ella pero… en un susurro le quedó en claro que no iba a ser tan caballeroso.

—Hola, quería pedir mi expediente para comprobar una cosita —dijo tímidamente y haciendo alguna que otra pausa para hallar las palabras adecuadas.

No se le daba bien hablar con desconocidos, y el que tenía a su lado ya debería de saberlo. Aunque con algo de suerte aquel empleado la comprendería y no haría más preguntas de las necesarias.

—Ah… Me llamo Ryōtarō Ritsuko y mi bandana... —se interrumpió para desatarse la bandana de la cintura lo que provocó que algunas cosas cayeran de su portaobjetos.

«Ay mi madre »

Rápidamente se acuclilló y comenzó a recolectar las cosas que cayeron, aunque ahora su rostro estaba enrojecido y algunas lágrimas comenzaban a invadir sus ojos por la vergüenza que estaba pasando.
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#80
Cuando las pertenencias de Ritsuko se vieron desperdigadas por el suelo, Ralexion se llevó la mano a la frente a la par que el recepcionista observaba la situación con gesto preocupado.

Disculpen, pero... esto es muy irregular, los expendientes son de uso interno para la correcta administración de la aldea, incluso aunque esta señorita quiera ver el suyo propio, me temo que no es tan simple.

El moreno se aproximó al hombre, de forma que podía hablarle en voz baja sin que nadie más escuchara, ni la propia pelirroja.

Mire... mi compañera sufrió una herida grave en la cabeza no hace mucho y tiene pérdidas de memoria pasajeras. Ha olvidado dónde vive, y a mí me asignaron hace poco a su equipo, así que ninguno de los dos tenemos idea —sacó de la nada—. ¿Podría hacerle un favor a una camarada y ayudarla a volver a casa? La memoria podría retonarle en unas horas o en unos días, y sería mejor para todos que tuviera un lugar donde estar. No necesitamos el expediente completo, con la hoja en la que figuren sus datos personales nos basta.

El muchacho se sorprendió con su propia habilidad para mentir. El recepcionista se mantuvo en silencio durante un minuto, sopesando la situación, a lo que finalmente asintió.

Está bien, denme un momento... —afirmó antes de desaparecer tras la puerta de un despacho cercano.

Ralexion sonrió. Por fin algo les salía bien. Dirigió la mirada a Ritsuko, inseguro de si la fémina aún no había acabado de reunirlo todo.

¿Necesitas ayuda con eso?
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#81
El empleado siguió hablando, respondió a lo que Ritsuko había dicho pero de una forma prácticamente negativa en lo que ella seguía recolectando sus cosas, principalmente shurikens y fue una verdadera suerte que la bomba de humo no hubiese reventado, de lo contrario la escenita que se estaba montando podría haber sido mucho peor.

Aunque estando allí abajo agazapada pasó a ignorar absolutamente todo lo que se hablaba por encima del mostrador, incluso cuando se estaba estirando para recoger uno de sus kunais, su compañero se acercó demasiado al mostrador apresándola, pues una pierna al menos estaba ejerciendo presión sobre las costillas de la chica aunque nada como para que se quejase.

Y si o se quejaba era porque estaba tomándose aquello a modo de castigo bien merecido.

«Odio esto »se quejaba con ojos llorosos manteniendo aquella postura por tanto tiempo como le tocase soportar.

Luego de un rato Ralexion la liberó, a saber si lo hizo a propósito o sin querer, pero cuando pudo, la pelirroja se sentó y metió todo lo que había recolectado dentro del portaobjetos, pero faltaba algo, el carrete.

—No, ya termino —afirmó en un murmullo mientras con la mirada buscaba el dichoso hilo.

No estaba por ninguna parte que pudiera ver desde su posición, así que la única opción que restaba era que se hubiese ido rodando por debajo del mostrador y… solo había una manera de comprobarlo. Aplastar un oído contra el piso, y allí lo vio.

—Sí, ya está todo —pensó en lo que estiraba la mano por debajo de la estructura de madera con la sencilla intención de tomar el carrete, aunque tenía ciertas dificultades para alcanzarlo.
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#82
Hey, ¿qué estás haciendo? —preguntó al verla con la cabeza pegada al piso.

El hombre retornó, portando consigo un documento. Se quedó mirando a la pelirroja unos instantes y poco después le dirigió la mirada a Ralexion, el cual se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa de circunstancias. El señor suspiró y depositó el papel sobre la mesa.

Aquí tienen, en cuanto terminen de revisarlo, por favor, les ruego que me lo devuelvan. No es necesario que hagan cola.

El joven asintió. Tomó el expediente y se lo tendió a la mujer. Antes de hacerlo reparó en que se podían ver distintos datos sobre ella escritos en él, pero se aseguró de no ser indiscreto.
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#83
Ignorante de todo, no se percató de que le habían dedicado cierta mirada que seguramente tendría relación con la pena, después de todo, el Uchiha la había expuesto como una persona desmemoriada tras un accidente y no sería sorpresa que el empleado pensase que en ese preciso instante la chica estuviese padeciendo de algún mal extraño e inexistente.

—El hilo —respondió vagamente mientras se estiraba tanto como le era posible hasta que por fin, alcanzó el carrete y pudo devolverlo al portaobjetos.

Con aire triunfal, la joven kunoichi se dispuso a ponerse de pie cuando su compañero le tendió el expediente el cual contempló por un instante sin entender el por qué.

—¿Para qué lo quiero? Eres tú el que entiende —dijo sin más, mostrándose reticente a tomar el papel.

No no, Ritsuko no iba a tocar aquello, sería él quien buscaría la información y entregaría el papel. Ella por su parte, se levantaría y… por un instante tuvo la intención de mostrar su bandana, antes de caer en cuenta que no servía de nada porque ya tenían el dichoso expediente en su poder así que simplemente procedería a anudarse nuevamente la bandana a la cintura.
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#84
El Uchiha bufó. Si la fémina no estaba dispuesta a echarle un vistazo a su propio expediente, él mismo lo haría, qué remedio. En primerísimo lugar se apartó del mostrador, permitiendo así que pasara el siguiente. Se sentó sobre uno de los múltiples bancos de madera que podían encontrarse a ambos lados de la sala, esperando que Ritsuko le acompañase.

Vamos a ver... —musitó para sí, hojeando los contenidos del documento, saltando de categoría en categoría.

Eventualmente llegó a un apartado dedicado a datos personales de la muchacha, tales como su nombre completo, fecha de nacimiento, etcétera. A partir de ahí fue tarea fácil encontrar el denominado "Domicilio". Chasqueó los dedos, satisfecho consigo mismo.

¡Sí, sé dónde está esto! —dijo con vigor, dirigiéndole la mirada a la pelirroja— ¡Vamos!

Se alzó, raudo, y sin ni siquiera mediar palabra con nadie se aproximó al escritorio y devolvió el documento al encargado. Tomó a su compañera de la mano y como si de un niño se tratase echó a andar hacia la dirección en cuestión.
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#85
Ella seguía en lo suyo, no le importaba mucho lo que pudiera figurar en el expediente, además de que no tenía nada que ocultar, que ella supiera al menos. Así que no había ningún inconveniente con dejar que su compañero buscase la información por ella, detalles que sin lugar a dudas, no le servirían de nada si estuviese sola.

Le siguió, con las manos podría decirse que a la altura del trasero, pero porque se estaba acomodando el portaobjetos como correspondía para que no se cayera ni nada parecido. Aunque no tomó asiento, se quedó de pie justo delante suyo y en lo que terminaba de acomodarse, dio un par de saltos en el lugar para asegurarse de que estuviese todo en orden.

—Bueno… —murmuró siguiéndole a una distancia prudencial.

Fueron hasta el mostrador, el Uchiha devolvió el papel y se la llevó casi a rastras, de haber sido más ligera incluso podrían haberla llevado flameando al viento cual bandera.

Se la estaban llevando de la mano, ¿por temor a que se pierda? Era posible, con ella sí que lo era. Es más probable incluso que se pierda en un momento efímero de distracción que logre seguir el paso de alguna persona por tiempo prolongado. Lo importante era que luego de un primer tropezón logró reincorporarse y seguir sin problemas a su compañero, aunque ahora estaba a su lado y la imagen se transformó un poco…

—¿Está lejos? —preguntó fiándose de él ciegamente.

No le quedaba de otra si pretendía llegar rápido a casa.
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#86
A la cabeza el Uchiha, y detrás de él, con la mano unida a la suya, Ritsuko. Efectivamente la había tomado así para que no se perdiese, Ralexion pretendía mantener un ritmo acelerado y temía perderla por el camino.

Yo diría que... —pensó sin dejar de caminar— ...unos quince minutos.

***

Dicho y hecho. Habían llegado a un barrio residencial como cualquier otro en la aldea. El shinobi se detuvo frente a una herrería, con Ritsuko todavía a su vera. Observó el lugar con interés.

¿Es aquí, Ritsuko-san?
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#87
Siguieron la marcha y Ritsuko se vio obligada a acelerar un tanto más el paso para no tropezar ni ser arrastrada, pero no era nada que no pudiese lograr con la concentración adecuada. Probablemente por eso fue que la chica se mantuvo en absoluto silencio durante todo el trayecto hasta que al fin, llegaron al lugar al que hacía referencia el expediente.

Lo que sí, Ralexion se frenó con la vista fija en una herrería, así que la kunochi tuvo que remarcarle su error si es que no quería que la obligaran a meterse donde no era.

—Sí, pero al otro lado —dijo señalando en la dirección contraria para que observase la casa del otro lado.

La herrería igual pertenecía a un conocido suyo, pero a juzgar por las puertas podría deducirse que no se encontraba por allí, pero quien sí estaba en casa era una anciana sentada en una mecedora justo en el jardín al lado de la casa de Ritsuko. Había un par de perros jugando alegremente alrededor de la señora incluso.

—Mira tú, con lo tímida que eres —dijo entre risillas y con una sonrisa de oreja a oreja.

Pero la pelirroja no logró entender el mensaje y simplemente la miró, suplicando por algún tipo de explicación de parte de la mayor. Claro que… su compañero aún le tenía apresada la mano.
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#88
Ritsuko le indicó que no se trataba de la herrería en sí, si no de una casa cercana a esta. El moreno asintió, satisfecho. «¡Misión cumplida! Esta noche podré dormir tranquilo...», pobre necio él, que no caía en la cuenta de que esas situaciones eran comunes para su compañera y que probablemente se vería envuelta en otra así pronto...

Percibió las palabras de la señora de avanzada edad y él, a diferencia de la chica, las comprendió al instante. De inmediato soltó la mano de Ritsuko y su rostro se puso más rojizo que el cabello de la genin.

N-no es lo que parece, ella se perdió y es mi compañera, así que supuse que lo mínimo que podía hacer era devolverla a su casa... —explicó con la mirada anclada al pavimento.
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#89
Seguía sin entender nada, incluso aquella reacción exagerada en su compañero que lejos de aclararle nada la hizo mirarle con cierto rencor. «Ni que te fuese a pegar alguna enfermedad »pensó en lo que se dirigía a la puerta de su casa.

La anciana por su parte soltó una risa antes de responder.

—Oh, no te preocupes, sé guardar secretos —al concluir guiñó un ojo al joven. No le había creído nada, era obvio.

Ritsuko por otra parte, ya había abierto la puerta y en sí, había entrado, podría cerrar y desentenderse de todo por el resto del día pero un gruñido de su estómago la hizo recordar algo de suma importancia por lo cual se asomó por el marco de la puerta.

—¿Quieres desayunar? —preguntó desde su ubicación y alzando levemente el tono de voz para ser escuchada, aunque seguía siendo igual de deprimente.

Esperaría allí hasta que el chico reaccionase o terminara de hablar con la vecina.
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#90
¡Que terrible vergüenza! La anciana jugueteó con él como quiso. Se ruborizó todavía más. Mientras tanto Ritsuko se mantenía ignorante y ajena hacia todo el intercambio, lo que aún hacía sentir peor al muchacho.

Ni se dio cuenta de que se había ido sola hacia la puerta de su morada hasta que le invitó a entrar a desayunar, lo cual le sobresaltó. A decir verdad, él también podía comer algo.

¡S-Sí! —prorrimpió.

Prácticamente huyendo de la anciana, el kusajin se lanzó con buenos pasos a refugiarse en el interior de la casa de Ritsuko. No sabía qué encontraría allá dentro pero esperaba que el alimento fuera delicioso y nutritivo.
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