16/12/2017, 20:16
«¿Uchiha? Vaya vaya...»
Una disimulada curva se dibujó en el rostro de Akame a la par que en el de Ralexion; más discreta y contenida, pero manifestando el mismo sentimiento de interés que embarga a dos parientes lejanos que se encuentran por puro azar. El de Uzu se incorporó ligeramente en su asiento y tomó otro sorbo de té.
—Los dioses tienen un curioso sentido del humor, Ralexion-san —dijo finalmente el genin, tomándose una confianza que juzgó no era inoportuna—. No me tiro a la piscina si asumo, entonces, que eres shinobi de Kusagakure no Sato... ¿Cierto?
La cuestión no era puro chismorreo. Para una aventura como la que les esperaba, Akame estaba mucho más seguro sabiendo que su acompañante y guía sabía defenderse por sí mismo. Hasta el momento todo lo que había rodeado a Uróboros era sumamente místico y peligroso, y no pocas personas de dudosa catadura moral se interesaban por la historia detrás de aquel peculiar símbolo. «Cábalas de fanáticos, extraños rituales y jutsus prohibidos... Cualquiera sabe lo que aguarda en ese templo. Mejor estar prevenidos, y si es con un ninja de la Hierba al menos no estaré poniendo en juego la vida de ninguno de los míos».
—Y bueno, aseguras que conoces el trayecto. ¿Cómo es el bosque por allí? ¿Podemos esperar encontrarnos con alguna bestia salvaje? —quiso saber Akame—. Ya habrás leído en el anuncio que cualquier coste ha de correr de tu bolsillo, y tampoco me haré responsable de lo que te ocurra. ¿Estamos claros?
El Uchiha no quería sonar excesivamente duro con su futuro guía, pero era vital que, al menos, luego no pudiera acusarle de no haberle advertido.
Una disimulada curva se dibujó en el rostro de Akame a la par que en el de Ralexion; más discreta y contenida, pero manifestando el mismo sentimiento de interés que embarga a dos parientes lejanos que se encuentran por puro azar. El de Uzu se incorporó ligeramente en su asiento y tomó otro sorbo de té.
—Los dioses tienen un curioso sentido del humor, Ralexion-san —dijo finalmente el genin, tomándose una confianza que juzgó no era inoportuna—. No me tiro a la piscina si asumo, entonces, que eres shinobi de Kusagakure no Sato... ¿Cierto?
La cuestión no era puro chismorreo. Para una aventura como la que les esperaba, Akame estaba mucho más seguro sabiendo que su acompañante y guía sabía defenderse por sí mismo. Hasta el momento todo lo que había rodeado a Uróboros era sumamente místico y peligroso, y no pocas personas de dudosa catadura moral se interesaban por la historia detrás de aquel peculiar símbolo. «Cábalas de fanáticos, extraños rituales y jutsus prohibidos... Cualquiera sabe lo que aguarda en ese templo. Mejor estar prevenidos, y si es con un ninja de la Hierba al menos no estaré poniendo en juego la vida de ninguno de los míos».
—Y bueno, aseguras que conoces el trayecto. ¿Cómo es el bosque por allí? ¿Podemos esperar encontrarnos con alguna bestia salvaje? —quiso saber Akame—. Ya habrás leído en el anuncio que cualquier coste ha de correr de tu bolsillo, y tampoco me haré responsable de lo que te ocurra. ¿Estamos claros?
El Uchiha no quería sonar excesivamente duro con su futuro guía, pero era vital que, al menos, luego no pudiera acusarle de no haberle advertido.