18/12/2017, 21:06
Akame escuchó con atención la respuesta de su guía mientras seguía comiendo a dentelladas aquel bocadillo. Llevaba filetes de pollo, lechuga, tomate y maíz; una combinación ganadora a ojos del Uchiha. Mientras masticaba con parsimonia, tratando de controlar su hambre para no acabar tragando los trozos enteros de pura ansiedad, el de Uzu observaba con atención los movimientos de Ralexion. Ya desde que se conocieran en aquella terraza de Tane-Shigai le había dado la sensación de que era un ninja razonablemente novato, y ahora el propio kusajin se lo confirmaba.
Aseguró, no obstante, que sería capaz de vencer en combate a algún enemigo razonablemente poco entrenado, y Akame asintió. Probablemente así fuera, porque aunque un genin recién graduado no fuese más rápido, fuerte o habilidoso que un bandido con algunos asaltos a la espalda, sí contaba con una gran baza a su favor; el chakra. No había maleante, asaltador de caminos o mercenario novato que no sucumbiera ante el puro miedo de ver a un muchacho vomitando fuego, o enchufándole diez mil voltios en el cuerpo con un jutsu Raiton.
El Uchiha sonrió.
—Eso espero, no me gustaría tener que preocuparme de mi guía si surge cualquier imprevisto —dijo, medio en broma medio en serio—. Y dime, ¿cómo están las cosas por Kusagakure? ¿El viejo Kenzou-sama todavía guarda rencor al Remolino?
»Y no, no me refiero a la tunda que os dimos en el Torneo —remató, riendo con sinceridad.
Bebió otro trago de su cantimplora, dejando que el agua fría le refrescase. No estaba cansado, pero intuía que conforme fuesen ascendiendo hacia el Norte el terreno se volvería más inhóspito y escarpado —no en vano, los templos que buscaban lindaban casi con las montañas del País de la Tierra—.
Aseguró, no obstante, que sería capaz de vencer en combate a algún enemigo razonablemente poco entrenado, y Akame asintió. Probablemente así fuera, porque aunque un genin recién graduado no fuese más rápido, fuerte o habilidoso que un bandido con algunos asaltos a la espalda, sí contaba con una gran baza a su favor; el chakra. No había maleante, asaltador de caminos o mercenario novato que no sucumbiera ante el puro miedo de ver a un muchacho vomitando fuego, o enchufándole diez mil voltios en el cuerpo con un jutsu Raiton.
El Uchiha sonrió.
—Eso espero, no me gustaría tener que preocuparme de mi guía si surge cualquier imprevisto —dijo, medio en broma medio en serio—. Y dime, ¿cómo están las cosas por Kusagakure? ¿El viejo Kenzou-sama todavía guarda rencor al Remolino?
»Y no, no me refiero a la tunda que os dimos en el Torneo —remató, riendo con sinceridad.
Bebió otro trago de su cantimplora, dejando que el agua fría le refrescase. No estaba cansado, pero intuía que conforme fuesen ascendiendo hacia el Norte el terreno se volvería más inhóspito y escarpado —no en vano, los templos que buscaban lindaban casi con las montañas del País de la Tierra—.