19/12/2017, 18:29
Tal y como Akame había esperado, aqel chico jamás había recibido ningún tipo de información acerca de su poderosa línea genética. El de Uzu apretó los puños, impotente. «Siempre la misma historia. Disueltos, perdidos, olvidados...» Una punzada de dolor en el pecho le obligó a cerrar los ojos un momento. «Perdido, olvidado...» Luego regresó a la realidad.
—No me extraña —replicó—. Nuestro linaje, antaño glorioso, está ahora quebrado y roto, disperso por todo Oonindo. Tampoco me resultaría raro que tu maestro ni siquiera conozca tu verdadero potencial, Ralexion-san.
Claro, él no había tenido esa desgracia, porque había crecido rodeado de las enseñanzas que todo Uchiha necesitaba para desbloquear su poder. Recordarlo le produjo una sensación agridulce en el cuerpo y al momento notó cómo se le humedecían los ojos. Parpadeó varias veces y quiso volver a hablar para intentar desanudarse la garganta.
—El poder de someter a todos tus enemigos, de domar su mente y su cuerpo —dijo como respuesta, intencionadamente críptico—. Veo que tienes muchas preguntas.
El de Uzu se debatía consigo mismo entre ser fiel a su Aldea o a su linaje. Lo primero requería acabar aquella conversación en ese mismo momento, porque en el futuro Ralexion y él podrían estar en distintos lados de la trinchera. Y, en ese momento, nadie querría enfrentarse a un Uchiha con tres aspas en lugar de dos. Sin embargo, algo dentro de él le empujaba a compartir la información que Ralexion quería. Que necesitaba. ¿Cómo iba Akame a negarle lo que era suyo por derecho de nacimiento? ¿Acaso era peor ser un traidor a la sangre que serlo a la Aldea?
Chasqueó la lengua, molesto.
—No me pides poca cosa, siendo de Kusagakure —replicó finalmente—. Pero...
¿Realmente iba a hacerlo? ¿A traicionar a los intereses de su Villa por los de su sangre? «¿Acaso no he abandonado ya ese camino?», se preguntó con innegable amargura.
—Tengo algunos libros que podrían interesarte. Si cumples con tu cometido en este viaje y vuelvo sano y salvo a Tane-Shigai, los compartiré contigo. Considéralo una actualización de nuestro acuerdo, ¿eh?
—No me extraña —replicó—. Nuestro linaje, antaño glorioso, está ahora quebrado y roto, disperso por todo Oonindo. Tampoco me resultaría raro que tu maestro ni siquiera conozca tu verdadero potencial, Ralexion-san.
Claro, él no había tenido esa desgracia, porque había crecido rodeado de las enseñanzas que todo Uchiha necesitaba para desbloquear su poder. Recordarlo le produjo una sensación agridulce en el cuerpo y al momento notó cómo se le humedecían los ojos. Parpadeó varias veces y quiso volver a hablar para intentar desanudarse la garganta.
—El poder de someter a todos tus enemigos, de domar su mente y su cuerpo —dijo como respuesta, intencionadamente críptico—. Veo que tienes muchas preguntas.
El de Uzu se debatía consigo mismo entre ser fiel a su Aldea o a su linaje. Lo primero requería acabar aquella conversación en ese mismo momento, porque en el futuro Ralexion y él podrían estar en distintos lados de la trinchera. Y, en ese momento, nadie querría enfrentarse a un Uchiha con tres aspas en lugar de dos. Sin embargo, algo dentro de él le empujaba a compartir la información que Ralexion quería. Que necesitaba. ¿Cómo iba Akame a negarle lo que era suyo por derecho de nacimiento? ¿Acaso era peor ser un traidor a la sangre que serlo a la Aldea?
Chasqueó la lengua, molesto.
—No me pides poca cosa, siendo de Kusagakure —replicó finalmente—. Pero...
¿Realmente iba a hacerlo? ¿A traicionar a los intereses de su Villa por los de su sangre? «¿Acaso no he abandonado ya ese camino?», se preguntó con innegable amargura.
—Tengo algunos libros que podrían interesarte. Si cumples con tu cometido en este viaje y vuelvo sano y salvo a Tane-Shigai, los compartiré contigo. Considéralo una actualización de nuestro acuerdo, ¿eh?