19/12/2017, 23:39
(Última modificación: 19/12/2017, 23:41 por Uchiha Akame.)
—¿De eso se trataba? ¿Dudas de mis capacidades?
—En efecto —mintió el Uchiha.
Bien era cierto que en su complicada situación todo no se reducía a comprobar si Ralexion era medianamente diestro en combate —ojalá hubiese sido tan fácil—, pero en aquel momento el joven kusajin era un melón sin calar. Y no había mejor forma de tomarle el pulso a un novato que intercambiando un par de buenas hostias.
Con el Sharingan de Dos Aspas brillando en sus ojos, Ralexion se lanzó directo a la ofensiva. Lanzó un puñetazo directo al pecho del uzujin, que fue leído y esquivado sin mayores dificultades gracias al poderoso Dōjutsu de Akame con un simple paso lateral. El Uchiha se había esforzado por calcular al milímetro, moviéndose lo justo y necesario para que el golpe de su adversario pasara rozándole la camisa. Como un rayo, sus manos se movieron para aprisionar el brazo de Ralexion; luego el de Uzu pivotó sobre sus talones, tiró con fuerza del brazo y encorvó la espalda para realizar una llave que utilizaría la propia embestida del contrario para catapultarle por encima y acabar dando con sus huesos sobre la tierra fresca.
—¡No te contengas! —exigió con voz autoritaria.
—En efecto —mintió el Uchiha.
Bien era cierto que en su complicada situación todo no se reducía a comprobar si Ralexion era medianamente diestro en combate —ojalá hubiese sido tan fácil—, pero en aquel momento el joven kusajin era un melón sin calar. Y no había mejor forma de tomarle el pulso a un novato que intercambiando un par de buenas hostias.
Con el Sharingan de Dos Aspas brillando en sus ojos, Ralexion se lanzó directo a la ofensiva. Lanzó un puñetazo directo al pecho del uzujin, que fue leído y esquivado sin mayores dificultades gracias al poderoso Dōjutsu de Akame con un simple paso lateral. El Uchiha se había esforzado por calcular al milímetro, moviéndose lo justo y necesario para que el golpe de su adversario pasara rozándole la camisa. Como un rayo, sus manos se movieron para aprisionar el brazo de Ralexion; luego el de Uzu pivotó sobre sus talones, tiró con fuerza del brazo y encorvó la espalda para realizar una llave que utilizaría la propia embestida del contrario para catapultarle por encima y acabar dando con sus huesos sobre la tierra fresca.
—¡No te contengas! —exigió con voz autoritaria.