20/12/2017, 00:10
El tiempo se detuvo un momento para el mozo de Kusagakure cuando Akame le evitó con tanta gallardía y gracia que daba la impresión de que había sido acordado con premeditación, de la misma manera que los actores practican y aprenden una coreografía.
¿Era ese el poder del tres aspas? ¿O la diferencia entre sus cualidades, sumado a las capacidades del Dōjutsu, era lo que había llevado a evitarlo con tal facilidad? No importaba, Ralexion no disponía de tiempo para reflexionar sobre tales detalles mientras besaba el suelo con la espalda, frenética adrenalina en sus venas así como dolor en sus sentidos, viejo y mordaz amigo.
Tensó la mandíbula y dejó escapar un ahogado gemido de dolor cuando Akame lo derribó. Aquello le dolería todavía más mañana. Mas sus rojizos orbes se centraban en el presente.
Acumuló fuerzas en su cadera y su pierna derecha. Apenas instantes después de que su contrincante completara la llave, digna de un practicante de Judo, el Uchiha lanzó una patada directa a su rostro —o su estómago, si Akame tenía tiempo de incorporarse del todo— impulsándose con las caderas, aprovechando que lo habían tumbado en contra de su voluntad. La punta de su extremidad salió disparada de manera puramente vertical, sin necesidad de tocar el plano horizontal, dada la cercanía con el uzujin y el ángulo de ambos.
Después rodaría hacia la izquierda un par de veces, lo suficiente como para ganar apenas un tercio de metro de distancia con su oponente y poder alzarse, listo para el siguiente encontronazo.
¿Era ese el poder del tres aspas? ¿O la diferencia entre sus cualidades, sumado a las capacidades del Dōjutsu, era lo que había llevado a evitarlo con tal facilidad? No importaba, Ralexion no disponía de tiempo para reflexionar sobre tales detalles mientras besaba el suelo con la espalda, frenética adrenalina en sus venas así como dolor en sus sentidos, viejo y mordaz amigo.
Tensó la mandíbula y dejó escapar un ahogado gemido de dolor cuando Akame lo derribó. Aquello le dolería todavía más mañana. Mas sus rojizos orbes se centraban en el presente.
Acumuló fuerzas en su cadera y su pierna derecha. Apenas instantes después de que su contrincante completara la llave, digna de un practicante de Judo, el Uchiha lanzó una patada directa a su rostro —o su estómago, si Akame tenía tiempo de incorporarse del todo— impulsándose con las caderas, aprovechando que lo habían tumbado en contra de su voluntad. La punta de su extremidad salió disparada de manera puramente vertical, sin necesidad de tocar el plano horizontal, dada la cercanía con el uzujin y el ángulo de ambos.
Después rodaría hacia la izquierda un par de veces, lo suficiente como para ganar apenas un tercio de metro de distancia con su oponente y poder alzarse, listo para el siguiente encontronazo.