20/12/2017, 22:24
Había llegado el momento de internarse en el interior de la estructura. Akame se moría de ganas, mientras que Ralexion aún albergaba unas dudas de mal agüero que no tenía muy claro de dónde prodecían.
Imitó a su congénere en lo que se refería al guardado de la mochila. Introdujo sin cuidado alguno su capa de viaje en el interior de su macuto y lo dejó colgando de una rama pareja a la usada por el otro Uchiha, en el extremo opuesto del mismo árbol. Sintió frío, pero esperaba que el interior del templo tuviera un ambiente algo más resguardado.
El kusajin avanzó a la vera del de Uzu; no iba pegado a este, más bien mantenía una distancia de poco menos de medio metro con la retaguardia de su acompañante, de manera que Akame podía centrarse en lo que tuvieran al frente mientras que él podía mantener un ojo a lo que dejaban atrás.
El interior del santuario se mantenía en una penumbra en absoluto sorprendente. Para darle solución a tal detalle, el primer Uchiha ejecutó una técnica de Katon que parecía haber sido desarollada con la única intención de hacer de lámpara. Ralexion la observó con interés hasta que Akame disparó la pregunta del millón de ryōs.
—¿Listo?
—Vamos a ello —afirmó, concentrado.
Imitó a su congénere en lo que se refería al guardado de la mochila. Introdujo sin cuidado alguno su capa de viaje en el interior de su macuto y lo dejó colgando de una rama pareja a la usada por el otro Uchiha, en el extremo opuesto del mismo árbol. Sintió frío, pero esperaba que el interior del templo tuviera un ambiente algo más resguardado.
El kusajin avanzó a la vera del de Uzu; no iba pegado a este, más bien mantenía una distancia de poco menos de medio metro con la retaguardia de su acompañante, de manera que Akame podía centrarse en lo que tuvieran al frente mientras que él podía mantener un ojo a lo que dejaban atrás.
El interior del santuario se mantenía en una penumbra en absoluto sorprendente. Para darle solución a tal detalle, el primer Uchiha ejecutó una técnica de Katon que parecía haber sido desarollada con la única intención de hacer de lámpara. Ralexion la observó con interés hasta que Akame disparó la pregunta del millón de ryōs.
—¿Listo?
—Vamos a ello —afirmó, concentrado.