20/12/2017, 23:22
Akame no pudo sino asentir ante la petición de su pariente, y en menos que cantaba un gallo ya tenían otra Linterna Resplandeciente proveyéndoles de la calidez suficiente para no morir congelados allí dentro, y la luz necesaria para no compartir, más pronto que tarde, el destino de aquellos desgraciados cuyos restos reposaban al fondo del hueco.
Pasar no sería complicado, tal y como Ralexion rápidamente apuntaba. El Uchiha asintió y, mientras aquella canica de chakra seguía flotando a su alrededor, Akame concentró algo de chakra en las suelas de sus botas. Luego puso un pie sobre la pared del lateral derecho del pasillo, y después el otro.
—La estructura de este sitio parece ser ancestral, y probablemente esté en muy mal estado... Debemos ir con cautela. Despacito y con buena letra —avisó nada más avanzar el primer paso y notar un crujido bajo sus pies.
Sin embargo, no encontrarían impedimento alguno para cruzar el hueco caminando por las paredes. Al hacerlo pudieron saber que éste era completamente cuadrado, y mediría unos cuatro metros de lado. Cuando llegaron al otro lado, Akame volvió a apoyarse en el plano horizontal del pasillo y suspiró con cierto alivio. Mucho más atento que antes —visto el precedente de la trampa de estacas que acababan de sortear— siguió recorriendo el pasillo.
Apenas unas decenas de pasos más adelante los muchachos pudieron ver como el pasillo se abría, dando paso a una sala de base pentagonal, amplia y de techos altos. Akame avanzó un par de pasos, cauteloso, mientras observaba el entorno gracias a la iluminación del Kaijudentō no Jutsu. Parecía que dos de las paredes se habían derrumbado por completo, mientras que las otras estaban intactas.
En el centro de la sala, un altar de base circular y tres pisos conectados por escalones. Al final, reposando sobre un pedestal cilíndrico, un extraño ídolo con cuerpo de hombre y cabeza de lobo.
Pasar no sería complicado, tal y como Ralexion rápidamente apuntaba. El Uchiha asintió y, mientras aquella canica de chakra seguía flotando a su alrededor, Akame concentró algo de chakra en las suelas de sus botas. Luego puso un pie sobre la pared del lateral derecho del pasillo, y después el otro.
—La estructura de este sitio parece ser ancestral, y probablemente esté en muy mal estado... Debemos ir con cautela. Despacito y con buena letra —avisó nada más avanzar el primer paso y notar un crujido bajo sus pies.
Sin embargo, no encontrarían impedimento alguno para cruzar el hueco caminando por las paredes. Al hacerlo pudieron saber que éste era completamente cuadrado, y mediría unos cuatro metros de lado. Cuando llegaron al otro lado, Akame volvió a apoyarse en el plano horizontal del pasillo y suspiró con cierto alivio. Mucho más atento que antes —visto el precedente de la trampa de estacas que acababan de sortear— siguió recorriendo el pasillo.
Apenas unas decenas de pasos más adelante los muchachos pudieron ver como el pasillo se abría, dando paso a una sala de base pentagonal, amplia y de techos altos. Akame avanzó un par de pasos, cauteloso, mientras observaba el entorno gracias a la iluminación del Kaijudentō no Jutsu. Parecía que dos de las paredes se habían derrumbado por completo, mientras que las otras estaban intactas.
En el centro de la sala, un altar de base circular y tres pisos conectados por escalones. Al final, reposando sobre un pedestal cilíndrico, un extraño ídolo con cuerpo de hombre y cabeza de lobo.