21/12/2017, 18:35
Ralexion interrumpió por segunda vez su minuciosa búsqueda de pesquisas, y el uzujin resopló con visible molestia.
—¿Qué dices ahor...?
Las palabras se le atragantaron al Uchiha cuando vió el desproporcionado atributo masculino que lucía aquel ídolo entre las piernas, y rió junto con su guía cuando entendió el chiste.
—Tal vez fuese una burla de la gente que construyó este templo. Ya sabes, para posibles intrusos. Algo así como "esta pedazo de polla os acabáis de comer" —terció, riendo a pecho descubierto.
Hacía tiempo que no se reía de forma tan sincera, y durante unos momentos las carcajadas de ambos inundaron la sala, perdiéndose y reverberando en el pasillo que conducía a la salida.
Luego Akame se dio media vuelta para seguir hurgando entre las pierdas. Levantó una y se le cortó la risa de repente cuando un esquelo humano con el cráneo aplastado le saludó desde las cuencas vacías y repletas de telarañas de su rostro.
—La puta madre —murmuró—. Ralexion-san, aquí también hay restos humanos.
De repente, el Uchiha sintió la imperiosa necesidad de retroceder, y lo hizo con pasos lentos y calculados, como si temiese que en cualquier momento toda la sala pudiera venirse abajo. Pero nada de eso ocurrió. Ralexion, por su parte, examinó más detenidamente el altar. Era cilíndrico, construído en la misma piedra que el resto de la sala, y no parecía tener ninguna otra particularidad.
—¿Algo? —quiso saber Akame, que no paraba de mirar en todas direcciones.
—¿Qué dices ahor...?
Las palabras se le atragantaron al Uchiha cuando vió el desproporcionado atributo masculino que lucía aquel ídolo entre las piernas, y rió junto con su guía cuando entendió el chiste.
—Tal vez fuese una burla de la gente que construyó este templo. Ya sabes, para posibles intrusos. Algo así como "esta pedazo de polla os acabáis de comer" —terció, riendo a pecho descubierto.
Hacía tiempo que no se reía de forma tan sincera, y durante unos momentos las carcajadas de ambos inundaron la sala, perdiéndose y reverberando en el pasillo que conducía a la salida.
Luego Akame se dio media vuelta para seguir hurgando entre las pierdas. Levantó una y se le cortó la risa de repente cuando un esquelo humano con el cráneo aplastado le saludó desde las cuencas vacías y repletas de telarañas de su rostro.
—La puta madre —murmuró—. Ralexion-san, aquí también hay restos humanos.
De repente, el Uchiha sintió la imperiosa necesidad de retroceder, y lo hizo con pasos lentos y calculados, como si temiese que en cualquier momento toda la sala pudiera venirse abajo. Pero nada de eso ocurrió. Ralexion, por su parte, examinó más detenidamente el altar. Era cilíndrico, construído en la misma piedra que el resto de la sala, y no parecía tener ninguna otra particularidad.
—¿Algo? —quiso saber Akame, que no paraba de mirar en todas direcciones.