21/12/2017, 22:54
Al muchacho de Uzushiogakure le costó unos instantes recobrar la serenidad. Su respiración estaba sumamente agitada, notaba las gotas de sudor cayendo por su frente y el corazón le palpitaba a mil revoluciones por segundo. Aquel no era un buen estado físico ni mental para continuar con la expedición, de modo que Akame se tomó unos segundos para sí mismo, aislado de todo lo que sucedía en el exterior de su cabeza. Cerró los ojos en la oscuridad, trató de relajarse y respiró hondo hasta que logró acompasar su respiración y cesar el violento martilleo de su corazón.
Entonces, oyó la voz de Ralexion en mitad de la oscuridad. Había recobrado la consciencia.
—La sala se derrumbó sobre nuestras cabezas, Ralexion-san —explicó el Uchiha—. Antes de moverte, comprueba que no tienes nada roto. Creo que un par de cascotes te dieron de pasada antes de que pudiera sacarte de ahí.
Akame se levantó tras una rápida comprobación para asegurarse de que él mismo no estaba herido; y con apenas concentrar un poco de chakra Katon en su mano, la Linterna Resplandeciente volvió a manifestarse. «Nunca me alegraré lo suficiente de haber inventado este jutsu», se dijo el uzujin. Con aquella esfera ígnea iluminando los alrededores, Akame se acercó a Ralexion con intenciones de ayudarle a levantarse.
—¿Puedes caminar? Vamos, hay que seguir. Tenemos que comprobar ese hueco que dijiste, el del fondo del pozo con estacas.
Entonces, oyó la voz de Ralexion en mitad de la oscuridad. Había recobrado la consciencia.
—La sala se derrumbó sobre nuestras cabezas, Ralexion-san —explicó el Uchiha—. Antes de moverte, comprueba que no tienes nada roto. Creo que un par de cascotes te dieron de pasada antes de que pudiera sacarte de ahí.
Akame se levantó tras una rápida comprobación para asegurarse de que él mismo no estaba herido; y con apenas concentrar un poco de chakra Katon en su mano, la Linterna Resplandeciente volvió a manifestarse. «Nunca me alegraré lo suficiente de haber inventado este jutsu», se dijo el uzujin. Con aquella esfera ígnea iluminando los alrededores, Akame se acercó a Ralexion con intenciones de ayudarle a levantarse.
—¿Puedes caminar? Vamos, hay que seguir. Tenemos que comprobar ese hueco que dijiste, el del fondo del pozo con estacas.