23/12/2017, 05:25
El Cañón del Secuestrado, el mayor cañón de las Montañas de la Tierra y, probablemente, de toda Oonindo, estaba más tranquilo de lo habitual. Una calma artificial y espeluznante, antinatural, como el silencio de un hombre siendo estrangulado. El río, que serpenteaba en el fondo como una víbora acercándose a su presa, era lo único que teñía aquel silencio con el suave discurrir del agua. El caudal del río estaba a rebosar, como era común por aquella época invernal, pese a que no había llovido en días.
Era extraño, pero desde hacía un rato tampoco se veían aves, ni roedores, ni ningún otro tipo de animal que no fueran insectos, y hasta el viento se había olvidado de soplar. A cada lado, escarpadas paredes verticales que parecían elevarse hasta rozar el mismísimo cielo, cuyo sol reinaba en solitario en el firmamento.
Pese a ello, hacía frío. Tanto frío que a Datsue, arrebujado en su capa de viaje y un gorro de lana, le castañeaban los dientes.
—¿Sabías que fue aquí donde discutí con tu hermana? —recordó, de pronto—. De hecho —prosiguió, señalando un pequeño charco en el camino—. Ella estaba ahí, y yo allá. —Koko pudo ver como el dedo de Datsue trazaba un arco hasta apuntar una pequeña roca que había pegada al río.
»Bueno, ¿qué? ¿Todavía sigues enfadada? —preguntó, al no oír respuesta por parte suya.
Venían de hacer una pequeña misión en Notsuba. Un ricachón les había pedido recuperar unas fotografías de cierta mujer. Recuperar, aunque robar lo hubiese definido también a la perfección. Resultaba que el ricachón no era ricachón por méritos propios, ni siquiera por nacimiento. Lo era por casamiento. La cuestión era, viendo el problema en el que se había metido, que no había sido por amor, precisamente. El hombre había tenido una pequeña aventura, un error que no se iba a volver a repetir, según sus palabras, con cierta chica. Cierta chica que se había hecho un par de fotografías junto a él en actitud… indecente, y que ahora las usaba para chantajearle.
La misión, pese a los quebraderos de cabeza que había causado a ambos ninjas, había sido todo un éxito. El problema había venido luego, cuando la lengua del Uchiha, como siempre, la cagaba. En aquel caso, por hacer un inocente comentario: lo mucho que le recordaba aquel marido a su Hermano, Akame. Y claro, teniendo en cuenta la infidelidad del hombre… ya la había liado.
Era extraño, pero desde hacía un rato tampoco se veían aves, ni roedores, ni ningún otro tipo de animal que no fueran insectos, y hasta el viento se había olvidado de soplar. A cada lado, escarpadas paredes verticales que parecían elevarse hasta rozar el mismísimo cielo, cuyo sol reinaba en solitario en el firmamento.
Pese a ello, hacía frío. Tanto frío que a Datsue, arrebujado en su capa de viaje y un gorro de lana, le castañeaban los dientes.
—¿Sabías que fue aquí donde discutí con tu hermana? —recordó, de pronto—. De hecho —prosiguió, señalando un pequeño charco en el camino—. Ella estaba ahí, y yo allá. —Koko pudo ver como el dedo de Datsue trazaba un arco hasta apuntar una pequeña roca que había pegada al río.
»Bueno, ¿qué? ¿Todavía sigues enfadada? —preguntó, al no oír respuesta por parte suya.
Venían de hacer una pequeña misión en Notsuba. Un ricachón les había pedido recuperar unas fotografías de cierta mujer. Recuperar, aunque robar lo hubiese definido también a la perfección. Resultaba que el ricachón no era ricachón por méritos propios, ni siquiera por nacimiento. Lo era por casamiento. La cuestión era, viendo el problema en el que se había metido, que no había sido por amor, precisamente. El hombre había tenido una pequeña aventura, un error que no se iba a volver a repetir, según sus palabras, con cierta chica. Cierta chica que se había hecho un par de fotografías junto a él en actitud… indecente, y que ahora las usaba para chantajearle.
La misión, pese a los quebraderos de cabeza que había causado a ambos ninjas, había sido todo un éxito. El problema había venido luego, cuando la lengua del Uchiha, como siempre, la cagaba. En aquel caso, por hacer un inocente comentario: lo mucho que le recordaba aquel marido a su Hermano, Akame. Y claro, teniendo en cuenta la infidelidad del hombre… ya la había liado.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado