23/12/2017, 15:55
El de Uzu tiró con fuerza de su pariente hasta que Ralexion pudo ponerse en pie con un resoplido. Estaba cubierto de tierra, polvo y magulladuras, pero él mismo aseguraba que no había recibido ningún golpe demasiado fuerte. Aun así, con sólo verle caminar Akame ya pudo intuir que no estaba en plenas capacidades físicas. El propio kusajin lo admitió justo después. «Maldita sea, tenemos que andarnos con mucho ojo por aquí... No puedo permitirme cargar con la muerte de un Uchiha sobre mi conciencia».
—Está bien, bajemos por el hueco. Iré primero para despejar el camino —aseguró el del Remolino.
Los muchachos volvieron sobre sus pasos por el amplio pasillo principal hasta el pozo oscuro al fondo del cual estaban clavadas las estacas, afiladas incluso después del paso del tiempo y hambrientas de más víctimas. Akame utilizó sus habilidades como shinobi para descender caminando verticalmente por la pared del hueco, siempre alerta.
La profundidad de aquella trampa era considerable. Cuando le quedaban apenas cuatro metros para llegar al fondo, Akame vislumbró el hueco que habían visto antes; era un pasadizo de apenas dos metros de altura, y muy estrecho, que se internaba en la propia pared de roca. El Uchiha terminó el descenso colándose por el agujero con una sencilla pirueta.
—¡Hasta aquí es seguro! ¡Baja! —dijo, asomándose por el hueco del pasadizo—. ¡Ven hacia la luz!
—Está bien, bajemos por el hueco. Iré primero para despejar el camino —aseguró el del Remolino.
Los muchachos volvieron sobre sus pasos por el amplio pasillo principal hasta el pozo oscuro al fondo del cual estaban clavadas las estacas, afiladas incluso después del paso del tiempo y hambrientas de más víctimas. Akame utilizó sus habilidades como shinobi para descender caminando verticalmente por la pared del hueco, siempre alerta.
La profundidad de aquella trampa era considerable. Cuando le quedaban apenas cuatro metros para llegar al fondo, Akame vislumbró el hueco que habían visto antes; era un pasadizo de apenas dos metros de altura, y muy estrecho, que se internaba en la propia pared de roca. El Uchiha terminó el descenso colándose por el agujero con una sencilla pirueta.
—¡Hasta aquí es seguro! ¡Baja! —dijo, asomándose por el hueco del pasadizo—. ¡Ven hacia la luz!