23/12/2017, 16:16
Ignoró el dolor lo mejor que pudo. Era pasable, en su mayoría, con la única excepción del golpe que se había llevado en la pierna izquierda, el cual le obligaba a caminar con una ligera cojera que Ralexion trataba de disimular.
Akame estaba dispuesto a tomar la delantera y el uzujin no interpuso queja alguna. El genin quedó al borde del abismo, aguardando nuevas por parte del de Uzu, que en aquellos instantes se encontraba explorando lo inexplorado. Ralexion lo observaba con mirada inquieta según descendía por el hoyo en busca de la misteriosa galería.
Cuando dio con la referida, le indicó a viva voz que era segura y que podía descencer hasta allí. «Espero que no se derrumbe sobre nuestras cabezas...», reflexionó, confiando en que sus propios pensamientos no lo convirtieran en un cuervo de la tormenta.
—¡Ya voy!
Preparó una fina de capa de chakra en las plantas de sus sandalias y bajó de la misma manera que había hecho Akame. Ya frente al hueco en la piedra, hizo de tripas corazón y entró con una pirueta similar al uzujin. La punzada de sufrimiento que sintió en su figura al llevar a cabo el movimiento fue menor de lo que esperaba, aliviándolo.
Aterrizó agachado, junto a su compañero.
—¿Cómo demonios esperan que alguien llegue aquí si no es un ninja? Menudos arquitectos... —musitó, echando un vistazo al pasaje y la oscuridad de sus entrañas.
Akame estaba dispuesto a tomar la delantera y el uzujin no interpuso queja alguna. El genin quedó al borde del abismo, aguardando nuevas por parte del de Uzu, que en aquellos instantes se encontraba explorando lo inexplorado. Ralexion lo observaba con mirada inquieta según descendía por el hoyo en busca de la misteriosa galería.
Cuando dio con la referida, le indicó a viva voz que era segura y que podía descencer hasta allí. «Espero que no se derrumbe sobre nuestras cabezas...», reflexionó, confiando en que sus propios pensamientos no lo convirtieran en un cuervo de la tormenta.
—¡Ya voy!
Preparó una fina de capa de chakra en las plantas de sus sandalias y bajó de la misma manera que había hecho Akame. Ya frente al hueco en la piedra, hizo de tripas corazón y entró con una pirueta similar al uzujin. La punzada de sufrimiento que sintió en su figura al llevar a cabo el movimiento fue menor de lo que esperaba, aliviándolo.
Aterrizó agachado, junto a su compañero.
—¿Cómo demonios esperan que alguien llegue aquí si no es un ninja? Menudos arquitectos... —musitó, echando un vistazo al pasaje y la oscuridad de sus entrañas.