25/12/2017, 05:49
Nuevamente, una gran cantidad de chakra Raiton se materializó en la mano de Koko, haciendo acopio de sus últimas fuerzas. Su antebrazo, libre, se elevó, apuntando a Katame. Pese a que tenía los ojos entrecerrados por el dolor, logró acertar en la diana. O lo haría, de no ser…
—¡Puta... ZORRA! —rugió Kuma, que se había dado cuenta de la masa eléctrica en la mano de la kunoichi justo a tiempo para moverse. Un simple movimiento de cadera le bastó para que errase el tiro. O casi. La lanza atravesó, en una justicia cruel para Katame, su hombro sano, recuperando la simetría de su cuerpo… de un modo curioso.
Katame, que dentro de la ilusión empezaba a intuir que, efectivamente, se encontraba en un genjutsu, salió catapultado hacia atrás.
—¡Hostia puta! ¡Lo has hecho! —exclamó, eufórico, Datsue. Todavía no acababa de creérselo. El sharingan le indicaba que aquel tipo tenía un poder superior incluso al de su propio Hermano, y Koko se lo había cargado de dos golpes. Dos golpes, para más inri, en los que había estado sepultada bajo tierra y atrapada en el abrazo de un gorila.
Sí, Koko estaba cumpliendo de sobras su promesa.
—Oh, mierda… —Se oyó un dolorso crujido, como el de un leño al partirse. Sus ojos perlados por la sangre apenas lograron distinguir una palabra en los labios de ella, antes de que su cabeza quedase colgada hacia un lado, inerte.
Kuma la sacudió como un perro haría con el hueso por el que pelea, arrojándola al suelo. Luego, le dedicó una mirada iracunda a Darsue. Una mirada directa a… su pecho. Porque, como si se tratase de un crío de lo más vergonzoso, evitaba mirarle a los ojos. «Mierda…»
El buitre, que llevaba tiempo sacudiendo las alas con violencia y emitiendo sonidos agudos, se abalanzó contra Datsue. El Uchiha actuó por instinto, rodando sobre un costado, apresando el kunai tirado en el suelo y pegando un salto lateral. Justo entonces, cuando ya estaba viendo por el rabillo del ojo como se le aproximaba Kuma por la espalda, se tiró sobre Katame.
—¡ESPERAD! —Datsue acababa de coger a Katame por la cabeza y le apuntaba al cuello con la punta del kunai. Fue ahí cuando se dio cuenta, para su suerte, que todavía le servía como rehén. Estaba vivo. Inconsciente pero vivo—. ¡Esperad, joder, esperad!
Por un momento, hasta el tiempo pareció detenerse. El buitre pareció entender la amenaza, porque se mantuvo quieto, clavado en el sitio. Kuma, por otra parte, cuyo puño derecho estaba envuelto en una sólida roca, clavó los talones en el suelo para detener su embestida.
Seguía sin mirarle a los ojos.
—¡Escuchad! ¡Escuchad! —repetía Datsue, sin siquiera ser consciente de lo que iba a decir o lo que estaba diciendo—. Tú necesitas llevarte a tu compañero o morirá, y yo parecido. Estamos en las mismas, ¿vale? Así que por qué no… Por qué no nos vamos cada uno por su lado y ya está, ¿eh? —¿¡Tanto estaba pidiendo!? ¡Solo quería un poquito de sentido común!—. Escucha, tío, escucha. Sé cómo va esto. Negocios. Nada personal. Por supuesto. Esto es como el póquer. Vosotros hicisteis vuestra apuesta, nosotros la nuestra. Pero, ¿sabes qué? A los dos nos han tocado cartas malas, compañero. Es mejor retirarse de esta mano, porque se va a llevar todo el bote Izanami —aseveró—. Qué me dices, ¿eh? Nos guardamos la pasta que nos queda, y ya habrá otras partidas con cartas mejores. ¿Cierto o no?
Datsue tragó saliva.
—¿Cierto o no?
Koko fue recuperando la consciencia muy poco a poco. Lo primero que sintió fue un dolor en las costillas. Era como si algo se le clavase en los pulmones cada vez que cogía aire. Era un dolor agudo, que iba y venía, pero que una kunoichi entrenada como ella era capaz de soportar. Tenía la boca seca, y se encontraba sedienta.
Cuando logró abrir los ojos, se dio cuenta que estaba tumbada sobre el suelo. El sol se había desplazado bastante, tintando el cielo de color morado, pero ella parecía seguir en el mismo lugar. El suave murmullo del río llegó hasta sus oídos, así como la voz de otra persona.
—Al fin. —Era Datsue, que se encontraba sentado a su lado con rostro preocupado—. Pensé que no despertarías nunca.
—¡Puta... ZORRA! —rugió Kuma, que se había dado cuenta de la masa eléctrica en la mano de la kunoichi justo a tiempo para moverse. Un simple movimiento de cadera le bastó para que errase el tiro. O casi. La lanza atravesó, en una justicia cruel para Katame, su hombro sano, recuperando la simetría de su cuerpo… de un modo curioso.
Katame, que dentro de la ilusión empezaba a intuir que, efectivamente, se encontraba en un genjutsu, salió catapultado hacia atrás.
—¡Hostia puta! ¡Lo has hecho! —exclamó, eufórico, Datsue. Todavía no acababa de creérselo. El sharingan le indicaba que aquel tipo tenía un poder superior incluso al de su propio Hermano, y Koko se lo había cargado de dos golpes. Dos golpes, para más inri, en los que había estado sepultada bajo tierra y atrapada en el abrazo de un gorila.
Sí, Koko estaba cumpliendo de sobras su promesa.
—Oh, mierda… —Se oyó un dolorso crujido, como el de un leño al partirse. Sus ojos perlados por la sangre apenas lograron distinguir una palabra en los labios de ella, antes de que su cabeza quedase colgada hacia un lado, inerte.
Kuma la sacudió como un perro haría con el hueso por el que pelea, arrojándola al suelo. Luego, le dedicó una mirada iracunda a Darsue. Una mirada directa a… su pecho. Porque, como si se tratase de un crío de lo más vergonzoso, evitaba mirarle a los ojos. «Mierda…»
El buitre, que llevaba tiempo sacudiendo las alas con violencia y emitiendo sonidos agudos, se abalanzó contra Datsue. El Uchiha actuó por instinto, rodando sobre un costado, apresando el kunai tirado en el suelo y pegando un salto lateral. Justo entonces, cuando ya estaba viendo por el rabillo del ojo como se le aproximaba Kuma por la espalda, se tiró sobre Katame.
—¡ESPERAD! —Datsue acababa de coger a Katame por la cabeza y le apuntaba al cuello con la punta del kunai. Fue ahí cuando se dio cuenta, para su suerte, que todavía le servía como rehén. Estaba vivo. Inconsciente pero vivo—. ¡Esperad, joder, esperad!
Por un momento, hasta el tiempo pareció detenerse. El buitre pareció entender la amenaza, porque se mantuvo quieto, clavado en el sitio. Kuma, por otra parte, cuyo puño derecho estaba envuelto en una sólida roca, clavó los talones en el suelo para detener su embestida.
Seguía sin mirarle a los ojos.
—¡Escuchad! ¡Escuchad! —repetía Datsue, sin siquiera ser consciente de lo que iba a decir o lo que estaba diciendo—. Tú necesitas llevarte a tu compañero o morirá, y yo parecido. Estamos en las mismas, ¿vale? Así que por qué no… Por qué no nos vamos cada uno por su lado y ya está, ¿eh? —¿¡Tanto estaba pidiendo!? ¡Solo quería un poquito de sentido común!—. Escucha, tío, escucha. Sé cómo va esto. Negocios. Nada personal. Por supuesto. Esto es como el póquer. Vosotros hicisteis vuestra apuesta, nosotros la nuestra. Pero, ¿sabes qué? A los dos nos han tocado cartas malas, compañero. Es mejor retirarse de esta mano, porque se va a llevar todo el bote Izanami —aseveró—. Qué me dices, ¿eh? Nos guardamos la pasta que nos queda, y ya habrá otras partidas con cartas mejores. ¿Cierto o no?
Datsue tragó saliva.
—¿Cierto o no?
• • •
Un tiempo más tarde…
Koko fue recuperando la consciencia muy poco a poco. Lo primero que sintió fue un dolor en las costillas. Era como si algo se le clavase en los pulmones cada vez que cogía aire. Era un dolor agudo, que iba y venía, pero que una kunoichi entrenada como ella era capaz de soportar. Tenía la boca seca, y se encontraba sedienta.
Cuando logró abrir los ojos, se dio cuenta que estaba tumbada sobre el suelo. El sol se había desplazado bastante, tintando el cielo de color morado, pero ella parecía seguir en el mismo lugar. El suave murmullo del río llegó hasta sus oídos, así como la voz de otra persona.
—Al fin. —Era Datsue, que se encontraba sentado a su lado con rostro preocupado—. Pensé que no despertarías nunca.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado