26/12/2017, 04:02
No tuvo que responder a la pregunta, al menos con palabras porque lo había hecho con una mueca que poco después se convirtió en un alarido. «¿No puede hacerlo sin estarme apretando? »pensó la kunoichi que se tragaba sus palabras al igual que apretaba los dientes.
Luego decidió retirarse por un momento, dejándole una indicación que bueno, no podía hacer otra cosa que seguirla al pie de la letra y pronto volvió, dejándola ciega con un haz de luz que le dio de lleno para un instante después desaparecer.
—Prueba a ajustar la rosca —indicó la kunoichi justo antes de que un nuevo haz de luz la cegase una vez más.
No haría falta la indicación, pero como varios de los elementos que se usan en Uzushiogakure son comprados de Amegakure no sería sorpresa que esa linterna en específico tenga exactamente el mismo sistema que tendría alguna que Koko conoce.
Dejando a un lado el asunto de la linterna, la desconocida se acercó y comenzó a… bueno, desnudarla de la cintura para arriba para poder comprobar las costillas de la Kageyama. Definitivamente un mal día para llevar un bañador en lugar de ropa interior normal así que… le cortaron los tirantes de dicha prenda y esta cayó sin más dejándola en completa evidencia.
El rostro de la joven enrojeció de forma exagerada y en tiempo récord, lo peor de todo era que no podía hacer absolutamente nada para cubrirse y tuvo que resignarse a ser tocada en zonas muy cercanas a… sus partes blandas.
Claro que la curiosidad de la bandida no iba a ser saciada tan fácilmente y se atrevió a preguntar por algo mucho más delicado de lo que uno pudiera imaginarse. Y es que si hablaba algo al respecto era más que seguro que terminaría con su bandana igual a la de aquella que la estaba tratando.
Unirse a estos bandidos definitivamente tampoco era una opción, no después de lo que Koko había hecho al tal Katame que fijo buscaría la manera de vengarse.
—Es mentira —respondió aún avergonzada por estarse con los pechos al descubierto—. Dijeron eso porque era impensable que dos genins pudieran matar a alguien del nivel de un kage —fue lo que atinó a responderle.
A saber si le creería o no considerando que estaba con el rostro rojo cual tomate o si dicha tonalidad la relacionaría directamente con… bueno, estarse en evidencia.
—Y no están buenos, son más feos que nadar en mierda.
Luego decidió retirarse por un momento, dejándole una indicación que bueno, no podía hacer otra cosa que seguirla al pie de la letra y pronto volvió, dejándola ciega con un haz de luz que le dio de lleno para un instante después desaparecer.
—Prueba a ajustar la rosca —indicó la kunoichi justo antes de que un nuevo haz de luz la cegase una vez más.
No haría falta la indicación, pero como varios de los elementos que se usan en Uzushiogakure son comprados de Amegakure no sería sorpresa que esa linterna en específico tenga exactamente el mismo sistema que tendría alguna que Koko conoce.
Dejando a un lado el asunto de la linterna, la desconocida se acercó y comenzó a… bueno, desnudarla de la cintura para arriba para poder comprobar las costillas de la Kageyama. Definitivamente un mal día para llevar un bañador en lugar de ropa interior normal así que… le cortaron los tirantes de dicha prenda y esta cayó sin más dejándola en completa evidencia.
El rostro de la joven enrojeció de forma exagerada y en tiempo récord, lo peor de todo era que no podía hacer absolutamente nada para cubrirse y tuvo que resignarse a ser tocada en zonas muy cercanas a… sus partes blandas.
Claro que la curiosidad de la bandida no iba a ser saciada tan fácilmente y se atrevió a preguntar por algo mucho más delicado de lo que uno pudiera imaginarse. Y es que si hablaba algo al respecto era más que seguro que terminaría con su bandana igual a la de aquella que la estaba tratando.
Unirse a estos bandidos definitivamente tampoco era una opción, no después de lo que Koko había hecho al tal Katame que fijo buscaría la manera de vengarse.
—Es mentira —respondió aún avergonzada por estarse con los pechos al descubierto—. Dijeron eso porque era impensable que dos genins pudieran matar a alguien del nivel de un kage —fue lo que atinó a responderle.
A saber si le creería o no considerando que estaba con el rostro rojo cual tomate o si dicha tonalidad la relacionaría directamente con… bueno, estarse en evidencia.
—Y no están buenos, son más feos que nadar en mierda.