26/12/2017, 06:22
—Yume… —repitió en un murmullo para sí misma.
Fue abandonada a su suerte por lo visto, nadie parecía dispuesto a venir a visitarla ni a comprobar que siguiera respirando y no se haya perforado un pulmón por llenarse de más los pulmones. Era obvio, a nadie le importaba su estado y la dejarían encerrada el tiempo que fuese necesario para que muriese.
Pero al menos había hecho algo bueno por la aldea, había protegido a uno de los jinchuurikis de un terrible destino. O eso le gustaba pensar al no verse en la posibilidad de escaparse de allí.
Conforme el tiempo pasaba, la kunoichi se iba acostumbrando a lo incómoda de su situación y también al abrumador silencio. También se iba haciendo la idea de que se quedaría a oscuras en cuanto el sol se ocultase así que… bueno, no iba a poder hacer mucho, una suerte que no fuese nictofóbica.
Pero no dejaba de ser molesto que las arañas caminen por encima de la piel. Actualmente, una estaba paseándose por encima de la piel de la pecosa y lo sentía perfectamente, incluso llegó a resultarle más molesto que el dolor por las fracturas, principalmente porque se había acostumbrado ya.
«Bien, me moriré por la picadura de una arañita, perfecto final para una kunoichi mediocre »pensaba aunque ya el único movimiento de la joven era el de su tórax al respirar.
El cosquilleo que la araña le producía se fue desplazando hasta que le llegó a una muñeca y ahí se quedó. Koko pensó que ese sería el lugar donde picaría pero en su lugar pudo notar una jodida mancha que, a ojos de la pecosa, solo podía ser una cosa.
«Su puta madre, veneno potente el que tienes »se había imaginado que el manchón se debía a una picadura que no fue capaz ni siquiera de percibir, pero tan pronto como agudizó la vista en esa zona pudo ver que se trataba de un dibujo que iba y venía según se le antojaba y dejó estupefacta a la rubia.
Y justo en el momento en que se volvió a hacer visible el dibujo, la celda se abrió y la Kageyama dio un respingo antes de encontrarse con que tenía una cantimplora en la boca, la que le inclinaron demasiado provocando que bastante agua se le escapase de la boca y la empapase.
Podría intentar protestar, pero mejor… sí, mejor aprovechaba y bebía tanta agua como pudiera o de lo contrario a saber cuánto tiempo pasaría sin poder tomar algo.
Además, si Yume pretendía matarla o algo ya lo hubiese hecho, y si eso era algún veneno pues mejor, moriría más rápido.
Fue abandonada a su suerte por lo visto, nadie parecía dispuesto a venir a visitarla ni a comprobar que siguiera respirando y no se haya perforado un pulmón por llenarse de más los pulmones. Era obvio, a nadie le importaba su estado y la dejarían encerrada el tiempo que fuese necesario para que muriese.
Pero al menos había hecho algo bueno por la aldea, había protegido a uno de los jinchuurikis de un terrible destino. O eso le gustaba pensar al no verse en la posibilidad de escaparse de allí.
Conforme el tiempo pasaba, la kunoichi se iba acostumbrando a lo incómoda de su situación y también al abrumador silencio. También se iba haciendo la idea de que se quedaría a oscuras en cuanto el sol se ocultase así que… bueno, no iba a poder hacer mucho, una suerte que no fuese nictofóbica.
Pero no dejaba de ser molesto que las arañas caminen por encima de la piel. Actualmente, una estaba paseándose por encima de la piel de la pecosa y lo sentía perfectamente, incluso llegó a resultarle más molesto que el dolor por las fracturas, principalmente porque se había acostumbrado ya.
«Bien, me moriré por la picadura de una arañita, perfecto final para una kunoichi mediocre »pensaba aunque ya el único movimiento de la joven era el de su tórax al respirar.
El cosquilleo que la araña le producía se fue desplazando hasta que le llegó a una muñeca y ahí se quedó. Koko pensó que ese sería el lugar donde picaría pero en su lugar pudo notar una jodida mancha que, a ojos de la pecosa, solo podía ser una cosa.
«Su puta madre, veneno potente el que tienes »se había imaginado que el manchón se debía a una picadura que no fue capaz ni siquiera de percibir, pero tan pronto como agudizó la vista en esa zona pudo ver que se trataba de un dibujo que iba y venía según se le antojaba y dejó estupefacta a la rubia.
Y justo en el momento en que se volvió a hacer visible el dibujo, la celda se abrió y la Kageyama dio un respingo antes de encontrarse con que tenía una cantimplora en la boca, la que le inclinaron demasiado provocando que bastante agua se le escapase de la boca y la empapase.
Podría intentar protestar, pero mejor… sí, mejor aprovechaba y bebía tanta agua como pudiera o de lo contrario a saber cuánto tiempo pasaría sin poder tomar algo.
Además, si Yume pretendía matarla o algo ya lo hubiese hecho, y si eso era algún veneno pues mejor, moriría más rápido.