27/12/2017, 02:59
Yume esbozó una sonrisa sardónica ante las gracias de Koko.
—Te dije que no me las dieses —le recordó—. Todavía.
Emitió un suspiro largo y profundo.
—Intenta descansar, cariño.
En aquella ocasión, cuando Yume cerró la puerta tras de sí, echó mano del cerrojo de llaves. Tras tratar de encajar un par en la cerradura, dio finalmente con la correcta, y, esta vez sí, echó la llave. La cuestión era... ¿Lo había hecho para que Koko no saliese, o para que nadie entrase?
Horas más tarde, cierta claridad llegó hasta la celda de Koko. Si es que se le podía llamar claridad a la penumbra en la que estaba sumergida. Escuchó pasos aquí y allá. Puertas abriéndose y cerrando. La voz de Yume soltando un par de improperios que la kunoichi no alcanzó a comprender.
Un rato después, Yume volvió a aparecer en su celda. Lucía cansada, con tremendas ojeras y la piel pálida. Tras entrar, abrió una cantimplora y le dio de beber, algo que el cuerpo de Koko agradeció. También hubiese agradecido algo de comida, porque hacía tiempo que se moría de hambre. Por no hablar de dejarla ir al baño, porque ya estaba casi en el límite de lo que podía aguantarse.
—Tengo que irme —dijo, con voz severa. La miró a los ojos, tratando de descifrar si la kunoichi captaba lo que eso significaba.
—Te dije que no me las dieses —le recordó—. Todavía.
Emitió un suspiro largo y profundo.
—Intenta descansar, cariño.
En aquella ocasión, cuando Yume cerró la puerta tras de sí, echó mano del cerrojo de llaves. Tras tratar de encajar un par en la cerradura, dio finalmente con la correcta, y, esta vez sí, echó la llave. La cuestión era... ¿Lo había hecho para que Koko no saliese, o para que nadie entrase?
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Horas más tarde, cierta claridad llegó hasta la celda de Koko. Si es que se le podía llamar claridad a la penumbra en la que estaba sumergida. Escuchó pasos aquí y allá. Puertas abriéndose y cerrando. La voz de Yume soltando un par de improperios que la kunoichi no alcanzó a comprender.
Un rato después, Yume volvió a aparecer en su celda. Lucía cansada, con tremendas ojeras y la piel pálida. Tras entrar, abrió una cantimplora y le dio de beber, algo que el cuerpo de Koko agradeció. También hubiese agradecido algo de comida, porque hacía tiempo que se moría de hambre. Por no hablar de dejarla ir al baño, porque ya estaba casi en el límite de lo que podía aguantarse.
—Tengo que irme —dijo, con voz severa. La miró a los ojos, tratando de descifrar si la kunoichi captaba lo que eso significaba.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado