27/12/2017, 11:46
Y así comenzó el ataque de los clones.
Ralexion quedó inmóvil y atento a las peripecias de las copias. En cada ocasión que uno de los pobres diablos engendrados por el chakra de Akame era llevado a su perdición, el muchacho enarbolaba una mueca de terror y sorpresa, así como dejaba escapar un gemido ahogado. Resultaba muy, MUY afortunado que su congénere Uchiha dominara una técnica que le permitiese crear clones tangibles. No quería imaginar la cadena de acontencimientos en caso que hubieran tenido que tratar de atravesar la galería con sus propios pellejos en riesgo.
Finalmente, la tercera y última —así como afortunada— copia logró llegar al otro lado y les indicó que tenían vía libre.
—Parece que está limpio —Ralexion asintió.
Siguió al uzujin, todavía observando con respeto las paredes del pasillo, esperando una nueva trampa en cualquier momento. Tuvo cuidado de no caer en las trampillas que se habían tragado a los clones.
Momentos más tarde dejaron atrás el túnel y el genin pudo respirar tranquilo. Una larga hilera de peldaños descendía frente a la pareja, acercándolos todavía más al centro del planeta. El pelinegro chasqueó la lengua. Ahora le era imposible confiar en cualquier tipo de construcción, vía o artefacto del lugar.
—Espero que todo esto termine mereciendo la pena... —masticó, más para sí que para Akame.
Siguieron descendiendo. Para sorpresa del Uchiha, sus músculos apenas le molestaban al moverse. «¡Por fin, buenas noticias!», se dijo, pletórico.
Las escaleras desembocaron en una sala muy similar a la que debía de encontrarse, aproximadamente, a unos cuantos metros sobre sus cabezas. El Uchiha le echó un vistazo plagado de desconfianza al panorama.
—Déjà vu, Akame-san —afirmó—. A excepción de la piscina. ¿Habrán cocodrilos dentro?
Ralexion quedó inmóvil y atento a las peripecias de las copias. En cada ocasión que uno de los pobres diablos engendrados por el chakra de Akame era llevado a su perdición, el muchacho enarbolaba una mueca de terror y sorpresa, así como dejaba escapar un gemido ahogado. Resultaba muy, MUY afortunado que su congénere Uchiha dominara una técnica que le permitiese crear clones tangibles. No quería imaginar la cadena de acontencimientos en caso que hubieran tenido que tratar de atravesar la galería con sus propios pellejos en riesgo.
Finalmente, la tercera y última —así como afortunada— copia logró llegar al otro lado y les indicó que tenían vía libre.
—Parece que está limpio —Ralexion asintió.
Siguió al uzujin, todavía observando con respeto las paredes del pasillo, esperando una nueva trampa en cualquier momento. Tuvo cuidado de no caer en las trampillas que se habían tragado a los clones.
Momentos más tarde dejaron atrás el túnel y el genin pudo respirar tranquilo. Una larga hilera de peldaños descendía frente a la pareja, acercándolos todavía más al centro del planeta. El pelinegro chasqueó la lengua. Ahora le era imposible confiar en cualquier tipo de construcción, vía o artefacto del lugar.
—Espero que todo esto termine mereciendo la pena... —masticó, más para sí que para Akame.
Siguieron descendiendo. Para sorpresa del Uchiha, sus músculos apenas le molestaban al moverse. «¡Por fin, buenas noticias!», se dijo, pletórico.
Las escaleras desembocaron en una sala muy similar a la que debía de encontrarse, aproximadamente, a unos cuantos metros sobre sus cabezas. El Uchiha le echó un vistazo plagado de desconfianza al panorama.
—Déjà vu, Akame-san —afirmó—. A excepción de la piscina. ¿Habrán cocodrilos dentro?