27/12/2017, 20:34
Akame lanzó un bufido de desesperación cuando su guía empezó a poner pegas a la petición que acababa de recibir. El Uchiha de Uzu bajó la mirada un momento, se llevó una mano a la cara y se masajeó las sienes con los dedos pulgar y corazón.
—Ralexion-san, ¿te importaría, simplemente, confiar en mí? —acabó por decir, juzgando que era mejor ser directo que intentar explicar su sencillo plan de antemano—. Traéme todas las calaveras que encuentres. Sus dueños ya no van a necesitarlas.
A espaldas de los muchachos se alzaban las escaleras que acababan de bajar, y más allá el angosto y oscuro pasillo que desembocaba en el fondo del pozo con estacas. Entonces Akame reparó en algo.
—¿Tienes algo con lo que iluminarte?
—Ralexion-san, ¿te importaría, simplemente, confiar en mí? —acabó por decir, juzgando que era mejor ser directo que intentar explicar su sencillo plan de antemano—. Traéme todas las calaveras que encuentres. Sus dueños ya no van a necesitarlas.
A espaldas de los muchachos se alzaban las escaleras que acababan de bajar, y más allá el angosto y oscuro pasillo que desembocaba en el fondo del pozo con estacas. Entonces Akame reparó en algo.
—¿Tienes algo con lo que iluminarte?