28/12/2017, 23:33
Pese a la oscuridad, Akame era capaz de percibir el cuerpo de aquella gigantesca bestia gracias a su Sharingan —que le permitía ver el chakra de todo ser vivo—. Pasada la conmoción inicial, el Uchiha había advertido un detalle curioso; el chakra púrpura que emitía aquel reptil era distinto del suyo propio, de color verdoso. Mucho más intenso y voraz, como si estuviese tratando de ganarle todo el terreno posible al chakra autóctono. «Por Susano'o, nunca he visto cosa igual. ¿Tendrá algo que ver con esa gema?»
No había tiempo para reflexiones. La enorme serpiente retraía la parte superior de su cuerpo para buscar ubicarse en una posición desde la que pudiera cargar otra vez contra los genin. Sin embargo, ahora Akame y Ralexion estaban en flancos opuestos del reptil, lo que les otorgaba una innegable ventaja táctica. Pese a que en ese preciso momento el uzujin no era capaz de ver a su compañero de Kusa —que, al alejarse, se había quedado completamente sumido en la oscuridad— quiso creer que Ralexion no se estaría dejando dominar por el miedo.
Y así fue. Un grito reverberó en la sala, atrayendo la atención de la serpiente. Le siguió una deflagración de proporciones nada desdeñables, una auténtica bola de fuego que golpeó al reptil de lleno con brutal contundencia. Akame pudo ver a su compañero al otro lado de la serpiente en llamas. Sin perder un segundo, el Uchiha le lanzó un total de tres shuriken dirigidos hacia la cabeza; sin embargo, las estrellas metálicas rebotaron contra las escamas del animal sin producirle demasiado daño.
—Mierda... —masculló el de Uzu.
La bestia emitió otro chirrido ensordecedor y, entonces, sacudió violentamente su cuerpo para emerger completamente del agua, levantando otro salpicón que terminó por apagar las llamas y dejar la estancia, de nuevo, en penumbra. Gracias a su Sharingan, ambos genin podrían ver que las zonas calcinadas del reptil se estaban recubriendo rápidamente de chakra natural.
Con otro bramido de ira, la serpiente descargó un feroz coletazo contra Ralexion. Luego se revolvió para encarar a Akame y, abriendo las fauces como si de un dragón se tratase, expelió un chorro de ácido corrosivo de color verde brillante. Por fortuna para el Hermano del Desierto, aquella bestia no era tan rápida como él; Akame saltó hacia la pared, se apoyó con ayuda de una fina capa de chakra en sus pies, y luego volvió a saltar otra vez en dirección a la serpiente. El chorro de ácido pasó bajo sus pies, impactando en la pared y derritiendo la piedra en cuestión de segundos.
—¡Ralexion-san! ¡Se está regenerando! ¡Debemos golpear otra vez! —apremió el Uchiha a su pariente, mientras corría para intentar rodear a la bestia y colocarse junto a Ralexion mientras sus manos se entrelazaban en una compleja secuencia de sellos—. ¡Vamos! ¡Juntos!
El reptil viró su enorme cabeza hacia el genin de Kusa y abrió otra vez sus enormes fauces...
No había tiempo para reflexiones. La enorme serpiente retraía la parte superior de su cuerpo para buscar ubicarse en una posición desde la que pudiera cargar otra vez contra los genin. Sin embargo, ahora Akame y Ralexion estaban en flancos opuestos del reptil, lo que les otorgaba una innegable ventaja táctica. Pese a que en ese preciso momento el uzujin no era capaz de ver a su compañero de Kusa —que, al alejarse, se había quedado completamente sumido en la oscuridad— quiso creer que Ralexion no se estaría dejando dominar por el miedo.
Y así fue. Un grito reverberó en la sala, atrayendo la atención de la serpiente. Le siguió una deflagración de proporciones nada desdeñables, una auténtica bola de fuego que golpeó al reptil de lleno con brutal contundencia. Akame pudo ver a su compañero al otro lado de la serpiente en llamas. Sin perder un segundo, el Uchiha le lanzó un total de tres shuriken dirigidos hacia la cabeza; sin embargo, las estrellas metálicas rebotaron contra las escamas del animal sin producirle demasiado daño.
—Mierda... —masculló el de Uzu.
La bestia emitió otro chirrido ensordecedor y, entonces, sacudió violentamente su cuerpo para emerger completamente del agua, levantando otro salpicón que terminó por apagar las llamas y dejar la estancia, de nuevo, en penumbra. Gracias a su Sharingan, ambos genin podrían ver que las zonas calcinadas del reptil se estaban recubriendo rápidamente de chakra natural.
Con otro bramido de ira, la serpiente descargó un feroz coletazo contra Ralexion. Luego se revolvió para encarar a Akame y, abriendo las fauces como si de un dragón se tratase, expelió un chorro de ácido corrosivo de color verde brillante. Por fortuna para el Hermano del Desierto, aquella bestia no era tan rápida como él; Akame saltó hacia la pared, se apoyó con ayuda de una fina capa de chakra en sus pies, y luego volvió a saltar otra vez en dirección a la serpiente. El chorro de ácido pasó bajo sus pies, impactando en la pared y derritiendo la piedra en cuestión de segundos.
—¡Ralexion-san! ¡Se está regenerando! ¡Debemos golpear otra vez! —apremió el Uchiha a su pariente, mientras corría para intentar rodear a la bestia y colocarse junto a Ralexion mientras sus manos se entrelazaban en una compleja secuencia de sellos—. ¡Vamos! ¡Juntos!
El reptil viró su enorme cabeza hacia el genin de Kusa y abrió otra vez sus enormes fauces...