29/12/2017, 02:10
Le había dado en el sitio que el Kagetsuna más detestaba, tanto o más como una patada en los huevos. "Ahora sí que me han sacado de quicio." Pensó mientras hizo una mueca de desagrado, torciendo la boca y apretando los dientes.
No lo dudó, levantose rápidamente, caminando para ponerse cara a cara ante el contrario aunque su altura no le ayudase para lucir más intimidante.
—Por el amor de Ame no Kami. ¿En serio estás diciendo esto?, ¿en serio crees que todo pasa porque no tienes opción?— Era algo realmente indignante para él, pues detestaba a la gente que se limitaba a seguir órdenes.
—¿Crees que todo pasa por el destino? No, NO EXISTE TAL COSA. Las cosas pasan por decisiones, aunque sean de alguien más. De una u otra forma, cuando haces algo, eso salpica alrededor. El asunto está, ¿dejarás que las decisiones de las demás rijan e influyan en tu vida?. Dices que estoy huyendo por no hacer lo que me dicen, no, no m'hijito. Eres tú, tú huyes al no tratar de cuestionar aunque sea un poco lo que tienes delante, no dices ni pío. Para mí eso es lo que tú haces.— Dijo mientras su ojo sano mostraba un rasgo afilado.
No recordaba cuando había sido la última vez que se molestó tanto con alguien, pero en el momento que el de cabellos rojizos osó mencionar a su familia, fue cuando el del parche perdió todos los estribos y trató de agarrar con su diestra las ropas del cuello al contrario.
—¡TÚ NO TIENES IDEA DE LO QUE DICES! De todas las cosas, es lo que menos tienes derecho a echarme en cara.— No tardó un segundo en tomar con su otro brazo la guarda de la espada que cubría su ojo faltante para jalarla y reventar la cinta que la sostenía en su sitio, dejando ver las toscas cicatrices que rasgaban toda el área de la cuenca.
—A mí no me importa morir, media vez sea por algo que valga la pena. ¿¡Alguna vez has visto de cara a la muerte!?, ¿no?, pues yo sí. Pero no te puedo decir cómo es, porque el ojo que lo vio ya no está aquí.~— Canturreó, y después de mucho tiempo, sin siquiera pensarlo, sonrío. Pero no era una sonrisa alegre o agradable, era una sonrisa torcida, enferma, la cual desapareció tras unos instantes antes de que el Isa siguiera hablando. —Preocuparme por la aldea en peligro... Huh, lo dices cómo si tuviera que sentir apego por ese lugar.— Se giró bruscamente, cruzando los brazos y dándole la espalda al otro. —La bonita historia del sacrificio por un bien mayor, la de los héroes... mártires. No pienses que no tengo a quién cuidar, pero, a diferencia de lo que muchos consideran políticamente correcto... Buah, ya no sé ni para que me esfuerzo, es obvio que no me entiendes. Nadie lo hace, ni siquiera a quienes defiendo. Por mí, que el mundo arda.— Sentenció. —Blanco, negro, gris. La gente de se olvida de todos los demás colores del mundo.
No lo dudó, levantose rápidamente, caminando para ponerse cara a cara ante el contrario aunque su altura no le ayudase para lucir más intimidante.
—Por el amor de Ame no Kami. ¿En serio estás diciendo esto?, ¿en serio crees que todo pasa porque no tienes opción?— Era algo realmente indignante para él, pues detestaba a la gente que se limitaba a seguir órdenes.
—¿Crees que todo pasa por el destino? No, NO EXISTE TAL COSA. Las cosas pasan por decisiones, aunque sean de alguien más. De una u otra forma, cuando haces algo, eso salpica alrededor. El asunto está, ¿dejarás que las decisiones de las demás rijan e influyan en tu vida?. Dices que estoy huyendo por no hacer lo que me dicen, no, no m'hijito. Eres tú, tú huyes al no tratar de cuestionar aunque sea un poco lo que tienes delante, no dices ni pío. Para mí eso es lo que tú haces.— Dijo mientras su ojo sano mostraba un rasgo afilado.
No recordaba cuando había sido la última vez que se molestó tanto con alguien, pero en el momento que el de cabellos rojizos osó mencionar a su familia, fue cuando el del parche perdió todos los estribos y trató de agarrar con su diestra las ropas del cuello al contrario.
—¡TÚ NO TIENES IDEA DE LO QUE DICES! De todas las cosas, es lo que menos tienes derecho a echarme en cara.— No tardó un segundo en tomar con su otro brazo la guarda de la espada que cubría su ojo faltante para jalarla y reventar la cinta que la sostenía en su sitio, dejando ver las toscas cicatrices que rasgaban toda el área de la cuenca.
—A mí no me importa morir, media vez sea por algo que valga la pena. ¿¡Alguna vez has visto de cara a la muerte!?, ¿no?, pues yo sí. Pero no te puedo decir cómo es, porque el ojo que lo vio ya no está aquí.~— Canturreó, y después de mucho tiempo, sin siquiera pensarlo, sonrío. Pero no era una sonrisa alegre o agradable, era una sonrisa torcida, enferma, la cual desapareció tras unos instantes antes de que el Isa siguiera hablando. —Preocuparme por la aldea en peligro... Huh, lo dices cómo si tuviera que sentir apego por ese lugar.— Se giró bruscamente, cruzando los brazos y dándole la espalda al otro. —La bonita historia del sacrificio por un bien mayor, la de los héroes... mártires. No pienses que no tengo a quién cuidar, pero, a diferencia de lo que muchos consideran políticamente correcto... Buah, ya no sé ni para que me esfuerzo, es obvio que no me entiendes. Nadie lo hace, ni siquiera a quienes defiendo. Por mí, que el mundo arda.— Sentenció. —Blanco, negro, gris. La gente de se olvida de todos los demás colores del mundo.